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Tentaciones

‘¿Qué tal, homosexual?’: la canción de Siniestro Total, explicada por su propio autor

Con motivo del World Pride, Julián Hernández aclara que el mítico tema del grupo vigués trata sobre “la incomunicación humana” y que se podría haber llamado ‘¿Qué tal con Okal?’

El tema fundamental de la letra de ¿QUÉ TAL, HOMOSEXUAL? (del disco Bailaré sobre tu tumba, 1985) es la incomunicación. Los humanos nos relacionamos e interactuamos con fórmulas preestablecidas que verbalizan y enriquecen el simple gesto de levantar la barbilla al encontrarnos con otra persona, ya sea alguien muy amigo, un conocido del barrio, una ex pareja o ese camarero atento que nos conoce tan bien. El susodicho simple gesto se nos antoja insuficiente y hasta de mala educación, de ahí que lo acompañemos de palabras.

LETRA:

A : ¿Qué tal homosexual?

B : Pues, hombre, no me va mal

A :¿Qué tal homosexual?

B : Pues, hombre, no me va mal. La leche ha vuelto a subir, me han robado el instrumental y están en huelga los obreros del metal. ¡Ah! y hemos ganado el partido. Como ves, no me va mal.

A : ¿Qué tal homosexual?

B : Pues, hombre, no me va mal.

A : ¿Qué tal homosexual?

B : Pues, hombre, no me va mal. Hoy hay eclipse de sol, la luna empieza a crecer y es el aniversario de Guadalcanal. ¡Ah! y hace bueno este domingo. Como ves no me va mal.

Hay muchas maneras de acometer el reto y la más habitual es una pregunta, además del consabido “¡cuánto tiempo sin verte, Fulanit@!”. Aparte del “¿qué tal?”, podemos usar un “¿cómo te va?”, un “¿cómo estás?”, un “¿qué es de tu vida?”, un “¿por dónde te metes?” o, incluso, un “¿qué pasa?”, dependiendo del grado de familiaridad, claro está, y de si usamos el usted o el tuteo. (Se da por descontado que también podemos utilizar estos lugares comunes con nosotros mismos cuando nos miramos al espejo recién levantados.) Y, por supuesto, no es descartable en ningún caso la acumulación de varias de estas o semejantes preguntas una detrás de otra.

El problema está en la respuesta. Dada la vaguedad de la pregunta, las posibilidades son infinitas: van desde una interjección monosilábica (un “¡boh!” acompañado de levantamiento de hombros) o una exageración (“¡a tope de amor y lujo, tío!”) hasta el informe pormenorizado de todo lo acontecido en la vida de nuestr@ conocid@ desde el último encuentro. El interpelado desconoce cuál es la intención del interpelador al preguntar: este es el dilema al que se enfrenta el narrador de ¿QUÉ TAL, HOMOSEXUAL? a la hora de responder y decide optar por una solución mixta: la mezcla de la propia experiencia con los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, esto es, lo que pasa en la calle (dicho sea esto con permiso de Juan de Mairena).

“No juzgamos necesario analizar la utilización de la palabra “homosexual” en el título y el estribillo de la canción. El lector inteligente ya sabe que cumple la misma función que “Okal” en el viejo eslogan publicitario del medicamento”

Al primer ingrediente ya aporta un “pues, hombre, no me va mal” que, aparte de venir al pelo para la rima (estamos hablando de una canción, no lo olviden), anuncia un cierto estado de placidez vital. Esto parece ser insuficiente para su interlocutor, quien no se corta a la hora de repetir la pregunta. No le queda más remedio, pues, que añadir matices como “me han robado el instrumental” o “hemos ganado el partido”, que inmediatamente se diluyen en un maremágnum de informaciones variopintas aparentemente ajenas a su experiencia vital, ya sean estas sobre la crisis (“la leche ha vuelto a subir”), la conflictividad laboral (“están en huelga los obreros del metal”), diversos fenómenos astronómicos (“hoy hay eclipse de sol, la luna empieza a crecer”), la climatología (“hace bueno este domingo”) o la conmemoración de acontecimientos históricos (“es el aniversario de Guadalcanal”). En todo caso, ¡ay!, todo parece insuficiente para los dos protagonistas de la canción que comentamos. El problema de la comunicación humana queda, por lo tanto y como era de prever, sin solucionar.

PS.- No juzgamos necesario analizar la utilización de la palabra “homosexual” en el título y el estribillo de la canción. El lector inteligente ya sabe que cumple la misma función que “Okal” en el viejo eslogan publicitario del medicamento: “¿Qué tal con Okal?”. O, por poner otro ejemplo, la función que cumple el nombre del histórico actor hollywoodiense en la frase “la cagaste, Bust Lancaster”.

Una recomendación adicional, para la completa comprensión de esta compleja epopeya pop, es el análisis pormenorizado de la portada del single cuya cara A era esta canción, y que es obra del sin par Román García, gran artista y, sin embargo, amigo; amén de bajista de Los Marañones.

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