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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

¿Dónde discutimos? ¿Dónde construimos?

Es imperante recuperar y fortalecer la lucha por los derechos humanos en América Latina

El movimiento #Niunamenos es uno de los más activos entre la juventud latinoamericana.
El movimiento #Niunamenos es uno de los más activos entre la juventud latinoamericana.Oxfam México

Hace unos cuantos años, cuando la participación en diferentes foros sociales en América Latina era habitual, en ocasiones había que saber priorizar entre el exceso de activismo y debate colectivo sobre la América Latina posible y la deseable. La actividad de los movimientos sociales en aquellos espacios era todo un despliegue de creatividad política y social. Con el pasar del tiempo, han sido muchas las dudas sobre la efectividad de estos foros, el impacto de sus comunicados y su legitimidad, a pesar de que aún hay una enorme necesidad para que sigan existiendo.

Estaban los debates más grandes, en el Foro Social Mundial y el Foro Social de las Américas, que reunían a centenas de movimientos y organizaciones sobre diferentes activismos; los encuentros temáticos como las Cumbres Continentales de los Pueblos Indígenas del ABYA Yala, congresos de la CLOC Vía Campesina o encuentros sindicales, los eventos alternativos a las negociaciones de los TLC, COP y otras reuniones como de la Alianza Social Continental, Grito de los Excluidos, o REDGE, entre otros.

Los debates en torno a la integración latinoamericana, el impacto del cambio climático, la soberanía alimentaria, el neoliberalismo y los nuevos modelos de desarrollo eran ricos y en ocasiones eternos y predecibles, pero siempre motivadores, por lo menos al inicio. Se conectaban procesos locales con globales que permitían una comprensión integral de las problemáticas. Estar actualizado suponía una exigente agenda de viajes, encuentros, articulaciones, presentaciones y reuniones de preparación.

De estos encuentros queda ya muy poco. Una sensación de haber pasado de la ilusión de “Otra América Latina es Posible” a desilusiones varias y de estas, al vacío. Todo demasiado rápido, no ha pasado ni una década y se fue sin darnos cuenta esa efervescencia del debate por un mundo mejor. Las razones son varias – y seguro discutibles-, el repliegue del movimiento social ante una institucionalidad estatal afín, el desgaste de la terminología del discurso, las disputas internas, la disminución del apoyo económico por parte de la cooperación y posteriormente. También el desencanto que produjeron los gobiernos progresistas al no cumplir muchos de los deseos sociales, junto al repunte de asesinatos a activistas de derechos humanos en la región.

En la actualidad otros actores académicos, sociales y políticos han ganado mayor influencia en la agenda contra la desigualdad en la región y ocupan algunos de los espacios que antes tenían movimientos sociales de referencia, todavía sin duda fundamentales. El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales es cada vez más relevante en fijar términos del debate sobre temáticas claves como la desigualdad económica o los derechos humanos. Medios de comunicación como Nómada, La Silla Vacía u Ojo Público tienen un rolfiscalizador del poder. Y diferentes expresiones juveniles, aunque de manera atomizada y líquida juegan un papel cada vez más importante en las reivindicaciones sociales de la región, como el caso de Paraguay y la defensa de la escuela pública, la defensa del proceso de paz en Colombia, la corrupción en Honduras y Guatemala.

Pero lo antiguo sigue siendo necesario y lo nuevo no es suficiente. La realidad es cada vez más desafiante en América Latina, tanto en babor como en estribor, vienen retrocesos democráticos de la mano de unos partidos conservadores desmelenados y con ganas de recuperar años perdidos. Al otro lado, la economía no es lo que era y la posibilidad de seguir avanzando en el respeto a los derechos se reduce, sin olvidar algunos atropellos democráticos imperdonables. También hay un incremento en los asesinatos y la violencia en contra de mujeres y hombres que defienden los derechos humanos, que denuncian. En el caso de mujeres, jóvenes y niñas son atacadas y asesinadas de formas cada vez más inconcebibles solo por su género.

Debemos juntarnos otra vez, aprender de lo que fueron algunos de los años más ilusionantes de América Latina, en los que más se redujo la pobreza y desigualdad, y construir lo que deba venir. Aprender sobre cómo se logró, los errores, aciertos y construir junto con los jóvenes lo que vendrá. Los movimientos que marcaron la agenda social en la región desde principios de siglo, la academia progresista cada vez más influyente, medios alternativos y las nuevas expresiones sociales que marcarán la próxima generación de luchas en la región.

En lo que a mí me toca, que este artículo sirva para asumir un compromiso por redoblar los esfuerzos y seguir tejiendo las luchas por la justicia y el respeto a los derechos humanos en la región, para que la próxima generación pueda ilusionarse igual que yo lo hice hace algunos años, con esa América Latina posible.

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