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El irresistible encanto de vestirse para domar a las fieras

De cómo el autor del artículo estuvo en el camerino de Ángel Cristo mientras se cambiaba... y otros domadores míticos

Jacinto Antón
Él lo negó en su autobiografía, pero para muchos Clyde Beatty fue un pionero en poner una silla ante las narices de las fieras.
Él lo negó en su autobiografía, pero para muchos Clyde Beatty fue un pionero en poner una silla ante las narices de las fieras.

He sido un gran payaso, pero lo que en realidad me ha gustado siempre del circo es el domador. Desde niño soñé con ser uno, vestir como ellos, con ropas de fantasía pero muy aventureras; cargar un revólver en la cintura, esgrimir el látigo, esas cosas. Me ha echado atrás, sin embargo, lo de meterme en una jaula con fieras, que en realidad es la esencia del asunto y no el vestuario. Estamos hablando, claro, de valor.

De hecho, solo una vez estuve a punto de hacerlo, meterme entre leones, leones muy grandes, a invitación de Ángel Cristo, a la sazón mi anfitrión en una jornada inolvidable a pie de pista. Solté como excusa que, precisamente, no iba vestido para la ocasión; pero me temblaban las piernas, lo cual provocó una mueca en la cara del popular domador, que tampoco las tenía todas consigo. Él era así. Probablemente, dado el descontrol reinante, fuera peor meterte en la jaula con Ángel Cristo que solo, aunque ahora que lo pienso al menos con él podías repartir los mordiscos.

Cuando hablo de ser domador y vestir de domador mi modelo no es precisamente el muy recordado Cristo, en paz sea, sino domadores más glamurosos, a ser posible de circos de gran categoría como el Krone, el Medrano, el Althoff de tres pistas o el Ringling Bros. and Barnum & Bailey, que es decir el nombre completo y ya se ha acabado la función.

A Bill Stephens le mató su león Pachá al no reconocer su olor porque había cambiado su vestuario habitual. Hecho del que hemos de extraer la siguiente lección: siempre has de cuidar lo que te pones cuando trates con leones

Cristo vestía de una manera más del Cuore que de ICON. Había que verlo enfundado en aquellas mallas muy comprimidas, con la camisa abierta mostrando el amplio pecho de barril sobre el que pendían un crucifijo y un rosario, el chalequito con flecos y las botas altas de piel. Yo tuve el privilegio de observarlo cambiarse en su caravana (uno ha hecho cosas muy raras en su vida) y apreciar de cerca las cicatrices en su torso y en su cuello. “Toca, toca”, me decía.

No, no, mi modelo son los domadores old style, elegantes, con aire de oficiales austrohúngaros, húsares, cosacos, con alamares y entorchados. Van Amburgh, que sedujo con su aspecto hasta a la reina Victoria, y al duque de Wellington (que sería por uniformes), vestía a veces así (aunque otras iba de gladiador); solía mojarse una mano en sangre y meterla en la boca de un león, que ya es performance y ganas de tener un disgusto.

O, si no, los que visten de exploradores, como el gran Clyde Beatty, que salía con salacot y una silla (las cuatro patas confunden a las fieras, por lo visto: yo no salgo ni detrás de un armario). Es verdad que también ha habido domadores de primera que vestían como para Eurovisión, como Gunther Gebel-Williams, cuyo vestuario glam contrastaba con una cara llena de cicatrices que le impedían hablar cuando hacía frío. Si se trata de vestuario y fieras, hay que mencionar a la irrepetible Mabel Stark, que vestía de blanco para que no se notaran las efusiones seminales de su enorme tigre Rajah que se vaciaba de entusiasmo sobre ella en cada show (es verdad, les juro que soy incapaz de inventarme algo así).

Bill Stephens, que metía la cabeza en las fauces de sus leones, alternaba un atuendo a lo zíngaro con el de guía de safari. Una vez se le escapó un león en Dublín y lo persiguió por las calles (no sabemos si cantando Molly Malone). Merece un lugar especial aquí porque falleció a causa de su indumentaria: su león Pachá lo atacó al no reconocer su olor porque había cambiado su vestuario habitual. Hemos de extraer de ello una lección fundamental: siempre has de cuidar lo que te pones cuando trates con leones.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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