Felipe de Edimburgo, ingresado por una infección
La casa real británica asegura que su hospitalización se trata de una medida de "prevención". El martes, el marido de la reina Isabel asistió a las carreras de Ascot
El duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, fue hospitalizado la pasada noche como "medida de precaución" a causa de una infección derivada de una afección médica ya existente, según confirmó este miércoles el palacio de Buckingham. La noticia de la hospitalización del príncipe Felipe se conoce el mismo día en que estaba previsto que acompañara a la soberana británica durante la lectura el programa legislativo del Gobierno conservador de la primera ministra, Theresa May, en la apertura del Parlamento. Un compromiso que su estado de salud le ha impedido y por lo que ha sido reemplazado por su hijo, Carlos de Inglaterra.
Felipe de Edimburgo, de 96 años, estuvo ayer con Isabel II y el resto de la familia real británica en el hipódromo de Ascot, donde antes de dar inicio las carreras de caballos se guardó un minuto de silencio por las víctimas del reciente atentado de Londres y del incendio de la torre Grenfell. Por la noche fue trasladado al hospital Rey Enrique VII de Londres. "El príncipe Felipe está animado y decepcionado por perderse la apertura del Parlamento", dice el comunicado emitido por palacio, que añade que la reina sí irá esta tarde a Ascot.
El pasado mes de mayo,el palacio de Buckingham anunciaba la retira de la vida pública, a partir del próximo otoño, del duque de Edimburgo. La decisión de “restringir” su papel en la familia real, con el “completo apoyo de la reina”, fue, según dijeron, solo suya y no respondió "a cuestiones de salud, más allá de las lógicas precauciones” en un hombre de su edad. El duque de Edimburgo, que ostenta el récord de longevidad entre los príncipes consortes británicos, se casó con Isabel II el 20 de noviembre de 1947, cinco años antes del ascenso al trono de la reina. En la actualidad sigue vinculado a 780 fundaciones como padrino, presidente o miembro.
Durante 70 años, el duque de Edimburgo ha sido un trabajador fiel a la Corona británica, a la que ha servido con total dedicación, pero un hombre infiel que buscó consuelo y reconocimiento lejos de los palacios donde era Isabel II quien gozaba de todo el protagonismo.
El duque de Edimburgo ha sido siempre un hombre polémico y ha disfrutado de ello. Los comentaristas más monárquicos subrayan que detrás de sus sonadas meteduras de pata se esconde un gran sentido del humor y el espíritu libre de un hombre que pertenece a una generación del pasado, que ni puede, ni quiere, ni debe cambiar. Y destacan sobre todo la buena pareja que hace con la reina: ella, de profesionalidad indiscutida, es fría como un témpano y de muy pocas palabras; él, de profesionalidad más dudosa, es dicharachero y cálido, aunque su probado clasismo y sus amagos racistas ponen en duda esa calidez.
En los últimos años, el duque de Edimburgo ha estado hospitalizado en varias ocasiones por sus problemas de salud. En abril de 2008, el marido de Isabell II ingresó aquejado de una infección pectoral. Tres años después, Felipe pasaba las Navidades en el hospital, cuatro noches de ingreso tras ser operado de urgencia de una anginoplastia a causa del bloqueo de una arteria coronaria. En junio de 2012, en plenas celebraciones del 60 cumpleaños de la reina Isabel, el duque volvía a ser ingresado por una infección en la vejiga, y no recibió la visita —de 45 minutos— de su mujer el centro hospitalario hasta que finalizaron los festejos oficiales del Jubileo de Diamante de la reina. Un año después, en junio de 2013, era operado en una clínica privada de Londres del abdomen.
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