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MIRADOR
Columna
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La isla

El proteccionismo nacionalista, el cierre de fronteras y el discurso reaccionario es incapaz de rebajar el peligro interno

David Trueba
Theresa May en un acto electoral el 3 de junio en Dewsbury.
Theresa May en un acto electoral el 3 de junio en Dewsbury.Hannah McKay (Getty Images)

Mientras en Estados Unidos el hecho de no poder adelantar elecciones, sino estar obligados a cumplir con el plazo de cuatro años, concede una estabilidad forzosa, en la mayoría de las democracias europeas el juego con el adelanto electoral provoca una llamativa tendencia al cálculo y la maniobra. El caso más evidente ha sido el de Theresa May, cuyo requiebro para llamar a las urnas en Reino Unido le concede a priori una serie de ventajas. Alguien que llegó al poder mientras defendía la permanencia de su país en la Unión Europa, pero con tan poco ahínco que resultó la lideresa ideal para pilotar la salida, no puede sorprender por su manejo de las situaciones ambiguas. A falta de que el Partido Laborista reencuentre su unidad de discurso y culmine la purga por las erróneas decisiones de Tony Blair en sus alianzas internacionales, los conservadores optan a una reelección fácil y cómoda.

En ese contexto de placidez electoral, han tenido lugar el atentado de Mánchester tras un concierto de pop adolescente y nuevos atropellos y apuñalamientos en el corazón de Londres un sábado noche. Una de las ramas del terrorismo indiscriminado tiene también que ver con la dictadura de las costumbres, un giro ultra para despojar a las democracias de los rasgos de modernidad, libertad y autonomía, en especial la que atañe a las mujeres. Muchas veces estos valores se representan de manera frívola o superficial, pero ¿acaso no es lo caprichoso y lo inútil lo que mejor nos define? Mercadillos, terrazas, conciertos, qué ofensivos resultan para las mentalidades opresivas. Sin embargo, los atentados ofrecen también verdades incómodas para aquellos que optaron por culpar de todos los males británicos a la Unión Europea.

Podría ser de nuevo que los responsables directos de la masacre sean nacidos en el país, educados en el sistema británico, integrados en la medida en que se ha sabido integrar a esa segunda generación hija de la mano de obra barata. Las políticas humanitarias de la UE con los refugiados poco han tenido que ver con los atentados y sin embargo las posibilidades de evitarlos en el futuro sí apuntan a una acción conjunta en seguridad y desarrollo. Un ambicioso plan que ataje la violencia en los países destrozados por la equivocada estrategia de los bombardeos salvadores. El proteccionismo nacionalista, el cierre de fronteras y el discurso reaccionario son incapaces de rebajar el peligro interno, pero la señora May va camino de su éxito electoral porque una visión honesta de lo que está pasando en el mundo no da votos en la isla.

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