Una tensa visita
Me cae bien el Papa: es un tipo amable, culto, sincero, cercano; rezuma empatía allá por donde pasa. El presidente de Estados Unidos no me cae tan bien, quizás porque es todo lo contrario: un bravucón, arrogante y además, como él mismo dice, no lee libros.
Hace unos días se reunieron ambos en el Vaticano, en una ceremonia de cortesía impostada difícil de superar. Sus semblantes ya ilustraban sus abisales discrepancias. Hablaron, entre otras cosas, de inmigración y del cambio climático, y supongo que Trump no se encontró muy cómodo entre los serenos argumentos del pontífice. Pero, sin duda, el momento más desagradable lo tuvo que pasar Francisco al pedirle al norteamericano que fuera un “instrumento de paz” justo cuando este venía de facturar la venta de armamento a la monarquía saudí por un valor de 110.000 millones de dólares.— José Manuel Pereira Díaz. Santiago de Compostela (A Coruña).
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