Gerónimo Rauch y ‘Bony’, la gata del fantasma de la ópera
EL CANTANTE Gerónimo Rauch (Buenos Aires, 1978) se desvela con facilidad. Cuando ocurre, su gata Bony se sube sigilosamente a la cama y se acuesta sobre su pecho. “Es nuestro momento”, explica el protagonista de musicales como El fantasma de la ópera o Los Miserables, que ha interpretado en España y en el West End londinense (el Broadway de la capital británica). Cuando ensaya en el pequeño estudio que tiene en su casa de Madrid, lo hace bajo la atenta mirada de su felina. Su hijo Gael, en cambio, se escapa. “Para él, que tiene cuatro años, canto muy fuerte”.
A Bony la encontraron unos amigos de Rauch en la calle hace dos años. “Nadie la quería porque era morocha (negra) y dicen que da mala suerte. Pero yo soy lo menos supersticioso que hay”. Se la llevaron con la intención de desparasitarla y cuidarla mientras le buscaban un hogar, porque el cantante era alérgico a los gatos, pero se encariñaron tanto con ella que se quedó. “¡Nos conquistó! A mí hasta se me ha ido la alergia”. Desde entonces, su hijo dice que en casa son cuatro. “La considera una integrante más de la familia”.
Rauch acaba de sacar su primer disco como solista, Here, There and Everywhere. Un homenaje a los Beatles con versiones algo melancólicas. “Los argentinos tenemos esa nostalgia; nos gusta sufrir”, ríe. Cuando viaja por trabajo –acaba de estar de gira por México y Colombia– extraña a los suyos. “Duele tenerlos lejos. También a Bony, porque su presencia y su energía me calman, me hacen bien”.
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