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Construir entre todos ciudades resilientes al cambio climático

Los municipios llaman a trabajar junto a gobiernos regionales y ciudadanía

Roskilde (Dinamarca).
Roskilde (Dinamarca).Thomas Rousing
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El octavo foro de Ciudades resilientes y adaptación urbana organizado por Gobiernos Locales para la Sostenibilidad (ICLEI), celebrado en Bonn (Alemania), remarcó la necesidad de crear coaliciones y alianzas en todos los niveles para hacer frente a los desafíos que plantean el cambio climático y la urbanización insostenible.

Por este motivo, la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), Patricia Espinosa, alentó a los representantes de los gobiernos locales a trabajar conjuntamente con las comunidades empresariales, la industria financiera y el sector académico, así como con los diferentes ministerios de los Gobiernos nacionales,  no solo con los de Medio Ambiente.

Los técnicos locales suelen trabajar en su propia área, sin tener en cuenta el resto. Por eso en ciudades como Quito (Ecuador) han tomado medidas para romper con esta práctica. “Cada vez que se planifica una acción o política en una área, el personal técnico y los responsables políticos tienen que pensar en cómo va a impactar a las otras dimensiones”, apuntó Jácome Polit, Responsable de la Oficina de Resilienciade la capital ecuatoriana.

“No podemos hacer esto solos" dijo el alcalde de Vacoas-Phoenix (Mauricio), Navin Ramsoondur, en la clausura del evento. Por su parte, Polit hizo un llamamiento a la participación. "La ciudad no puede resolverlo todo, necesitamos ciudadanos comprometidos que nos ayuden", afirmó.

Esa implicación fue fundamental para la transformación de la ciudad colombiana de Medellín. “Desde hace 17 años, líderes de la ciudad, del comité universitario, del estado y de la empresa se reúnen cada primer viernes del mes para hablar sobre lo que está pasando en Medellín. Es la clave del éxito", aseguró Sergio Escobar, de la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín y el Área Metropolitana.

En algunos casos, no obstante, hay que ir a lo más básico. E involucrar a los ciudadanos requiere la construcción de capacidades y la alfabetización de las comunidades más vulnerables, manifestó el alcalde de Honiara (Islas Salomón), Andrew Mua. Durante tres días, 400 líderes locales, profesionales de la sostenibilidad, investigadores y empresarios participaron en paneles y mesas redondas en los que discutieron temas relacionados con la salud y agricultura urbanas, las soluciones de la construcción sostenible, la gestión del agua, así como los retos que plantea la resiliencia y las buenas prácticas, entre otros.

Autoabastecimiento alimentario, fuente de resiliencia

Por primera vez, el encuentro incluyó un foro sobre alimentación urbana que vino a afirmar que la planificación regional de los sistemas alimentarios locales es fundamental para la construcción de resiliencia. A partir de las prácticas que están llevando a cabo en ciudades como Medellín (Colombia), Quito (Ecuador) y Ede (Países Bajos) se demostró que los sistemas alimentarios de las urbes pueden convertirse en un medio eficaz para abordar el hambre, la pobreza, el desempleo, los impactos del cambio climático y la degradación ambiental si se gestionan eficazmente.

“La ciudad no puede resolverlo todo, necesitamos ciudadanos comprometidos que nos ayuden”

“Si la ciudad puede producir comida, puede ser mucho más resiliente”, aseguró Alexandra Rodríguez, responsable del programa de Agricultura Urbana Participativa de la capital ecuatoriana. La iniciativa nació en 2002 “para dar respuesta a la problemática de pobreza e inseguridad alimentaria de Quito, mejorar la economía local y la promoción de la inclusión social de las mujeres, así como ocupar el espacio público vacante para darle un fin productivo”, explicó.

El programa, que cuenta con 400.000 beneficiarios y cubre el 94% del territorio de la ciudad, dará un paso adelante con la creación de un centro de interpretación de agricultura urbana. Ubicado en el Parque del Bicentenario, contempla la creación de parcelas para el cultivo, una planta procesadora de alimentos, un espacio de coworking, así como una zona de muestras, un mercado, un banco de alimentos y un comedor solidario. Se prevé que la primera fase de esta iniciativa esté lista el próximo año.

Quito forma parte del Pacto de Política Alimentaria de Milán en la que participan otras urbes que a partir de ahora pueden contar con una nueva herramienta para la construcción de sistemas alimentarios resistentes. Se trata de la red ICLEI-RUAF Cityfood, que se presentó en el marco del foro, con la que ICLEI y la Fundación RUAF, junto con el apoyo técnico de la FAO, pretende combinar la creación de redes con formación, orientación de políticas y experiencia técnica.

Impactos en la salud

Además de este lanzamiento, en el marco de Ciudades resilientes también se anunció la sede de la próxima Conferencia de Ciudades y Cambio Climático de 2018, que se llevará a cabo en Edmonton (Canadá). El evento pretende impulsar la comprensión de la investigación global y local sobre los impactos del cambio climático en las ciudades, ayudando a los líderes locales a desarrollar y fortalecer políticas científicas.

No obstante, ya existen algunas iniciativas en este ámbito. El diario médico The Lancet presentó el proyecto 'Lancet Climate Change Countdown' que pretende explorar los impactos que tienen en el clima el crecimiento de las poblaciones en las áreas urbanas así como sus hábitos en el consumo de alimentos. Según explicó Paul Wilkinson de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, el objetivo es intentar ir más allá de la mera medición de la exposición, cuantificar los impactos reales del cambio climático sobre la salud y los beneficios de salud frustrados debido a una acción climática insuficiente.

Asimismo, otro iniciativa iniciado por el Colegio Universitario de Londres ha producido una base de datos para proporcionar información fiable a los investigadores y los responsables políticos.

Aprendiendo a sobrellevar las catástrofes en Asia

La ciudad de Banda Acheh (Indonesia) fue devastada por el tsunami de diciembre de 2004 que terminó con la vida de miles de sus habitantes. “Nadie sabía que hacer en caso de tsunami, el gobierno local estuvo paralizado durante dos o tres meses...”, recordó Arief Gunwan, experto ambiental del gobierno local, que explicó los desafíos de la construcción de resiliencia en la región archipelágica.

Gunwan señaló que a raíz del tsunami, se puso en marcha la Agencia Nacional de Desastres, se desarrolló un sistema de advertencia temprana, se integró el desarrollo de capacidades sobre cómo reaccionar en caso de tsunami en las escuelas y se creó un museo del tsunami para “transferir el conocimiento a las nuevas generaciones”. Para la reconstrucción de la ciudad aunque “al principio el gobierno quería prohibir vivir a dos kilómetros de la costa”, finalmente se optó por la construcción de grandes edificios verticales que puedan soportar nuevas catástrofes en el futuro.

Tanjung Pinang también se encuentra ubicada en Indonesia, pero está a salvo de los tsunamis. Sin embargo, no es inmune a las precipitaciones impredecibles, los tifones y el aumento del nivel del mar. Heni Ariputranti, Jefe de la división de infraestructura y desarrollo regional de las ciudades, subrayó cómo un enfoque del nexo urbano, que utiliza vínculos y sinergias entre los diferentes actores, sectores y dominios técnicos, fue crucial para lograr una resiliencia integrada de la comunidad.

“Empezamos a trabajar en ocho comunidades haciendo evaluaciones para ver cuales eran sus intereses. Les pedimos que dibujaran sus propios mapas de infraestructuras”, comentó. Así, se completó una evaluación de vulnerabilidad y resiliencia para la ciudad, que combinó las áreas de seguridad alimentaria, seguridad energética, agua limpia, residuos sólidos y soluciones de aguas residuales.

África: colaborando codo con codo

En África, ciudades de Malawi, Zambia y Zimbabwe están trabajando para lograr implantar, a nivel local, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 que analiza el papel que las ciudades pueden desempeñar en la creación de entornos urbanos seguros, inclusivos y resistentes. Por ello, han lanzado diversas propuestas que tienen un factor común: el trabajo conjunto de varios de colectivos. Mientras en Lilongwe (Malawi) se ha puesto en marcha una nueva iniciativa que vincula a las universidades y el gobierno local para que colaboren en abordar los problemas que comportan las presiones de urbanización y la degradación ambiental, en Bulawayo (Zimbabwe) se ha implementado un enfoque participativo para solucionar la problemática del abastecimiento del agua potable. De este modo, se anima a los habitantes a participar en la recolección de desechos o la limpieza de desagües pluviales, entre otras acciones.

Asimismo en Lusaka (Zambia), que tiene que afrontar el reto del crecimiento de los asentamientos informales, se ha creado una asociación entre investigadores y actores locales para comprender mejor este fenómeno. Gracias al trabajo de campo de estudiantes universitarios para determinar la mejor solución para resolver este problema, se ha acordado que los edificios sean reemplazados por otros de madera para hacerlos más habitables.

Ejemplos nórdicos, ¿soluciones globales?

Los países nórdicos dieron a conocer las diversas soluciones que están llevando a cabo para construir resiliencia en sus ciudades y que pretenden ser una fuente de inspiración a nivel mundial. A partir del concurso Nordic Built Cities se presentaron las tres propuestas ganadoras. La primera de ellas es la creación de un nuevo parque de viviendas en Runavík (Islas Feroe) utilizando prácticas de construcción que conectan con el paisaje natural. Se construirán casas en forma de anillo que formarán patios interiores en los que sus habitantes disfrutarán de un espacio social exterior alternativo y un lugar para cultivar hortalizas.

También se reconoció a Malmö Innovation Arena sueco: un esfuerzo de colaboración entre el gobierno de la ciudad sueca, las empresas, el mundo académico y las organizaciones sin ánimo de lucro que pretende impulsar una transición hacia la innovación para mejorar el parque de edificios con el objetivo de contrarrestar los riesgos del crecimiento de la construcción en Suecia. La ciudad está creando bancos de pruebas dentro del parque de viviendas existente y experimentando con nuevas construcciones, entre las que destaca el área del Sege Park, una antigua institución de salud mental que la ciudad transformará en un espacio de vivienda inteligente.

La reconversión del distrito de Nørrebro en Copenhague (Dinamarca) que está cambiando los sistemas físicos para manejar el agua fue otra de las iniciativas galardonadas. Así, se instalarán unos nuevos tanques de agua pluviales que formarán parte visible del espacio compartido, dando la sensación de que la comunidad es habitable y sostenible. Y es que los sistemas de gestión del agua pluviales, dejaron de ser invisibles para los ciudadanos tras los chaparrones que la capital danesa sufrió en 2011.

Oslo también tiene que lidiar con este fenómeno al que se le suma la particularidad de su suelo arcilloso. Esto contribuye a la contaminación y las inundaciones para los que los sistemas tradicionales de aguas pluviales no son suficientes. Por este motivo, se han puesto en marcha diversas acciones como la reapertura de las vías fluviales para crear espacios abiertos y reducir las inundaciones localizadas. Así, se han reabierto secciones del río Ensjø con los que además de conseguir una área de uso para los ciudadanos, se ha aumentado la biodiversidad de especies como la trucha y las aves acuáticas.

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