_
_
_
_

“Estaría bien utilizar el porno con fines políticos”

Su obra se exhibe en el MoMA: fotografía, cine, instalaciones. El canadiense Bruce LaBruce, artista total, advierte sobre el patriarcado gay

El artista canadiense Bruce LaBruce se muestra crítico con la ola de conservadurismo que, dice, invade el mundo.
El artista canadiense Bruce LaBruce se muestra crítico con la ola de conservadurismo que, dice, invade el mundo.Christian Vagt

Cineasta, homosexual, artista, fotógrafo y pornógrafo, Bruce LaBruce (Canadá, 1964) es uno de esos rebeldes cuya transgresora idiosincrasia le ha llevado a acuñar neologismos a la medida de su obra: gorn es la fusión del gore y el porno; fuckwash (revisión del brainwash o lavado de cerebro) es hacer el amor a alguien hasta cambiar sus convicciones. Huelga decir que conceptos así no son plato del gusto de todos: durante la presentación en la última Berlinale de su película The misandrists, un ambivalente manifiesto feminista cargado de esteticismo poético-kitsch y humor negro, la castración sin paliativos del único personaje masculino de la película (se trataba de la grabación de una operación de cambio de sexo cedida por una clínica de Florida) fue más de lo que algunos estómagos pudieron soportar.

Si de algo está convencido LaBruce, cuya obra se exhibe regularmente en el MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) es del potencial de la pornografía para moldear conciencias: “El porno es una oportunidad perdida para la propaganda. Sería la herramienta perfecta: todo el mundo lo ve y la gente lo percibe como inocuo porque está en todas partes, especialmente desde la llegada de Internet. Es muy poderoso porque se trata de sexo, y el sexo tiene una gran influencia sobre la gente. Es un espacio abierto a la sugestión. Sin embargo, el 99,5 % del porno que se hace hoy es aburrido. La gente recurre a él como un instrumento sexual, lo cual es perfecto, pero estaría bien utilizarlo con fines políticos”.

"El 99,5 % del porno que se hace hoy es aburrido. La gente recurre a él como un instrumento sexual, lo cual es perfecto, pero estaría bien utilizarlo con fines políticos”

Cuesta creer que alguien con un ideario y una pulsión expresiva tan profundos como los de LaBruce haya llegado a la realización cinematográfica por un desengaño. “Estudié Teoría de Cine para convertirme en crítico. Pero me topé con académicos supuestamente marxistas que vivían como burgueses y no practicaban lo que predicaban, así que abandoné esa idea y me hice cineasta. Empecé haciendo filmes experimentales en la escena punk de mediados de los ochenta que expresaban ideas políticas desde la ambigüedad. Me vestía y vivía como un punk. Ahora ya no soy punk, pero mantengo ese espíritu de cuestionar la autoridad y retar las convenciones”.

LaBruce creció en un barrio obrero de Ontario, Canadá, en los años setenta y ochenta. Cuando era niño la experimentación sexual llegó a los suburbios y las clases medias. La lucha gay por los derechos civiles desempeñó un importante papel en este capítulo de la historia, pero poco después, esa energía se diluiría con el conservadurismo de la América de Reagan y la irrupción del sida.

“Lo interesante del movimiento gay es que su motor era el sexo. Era sexo militante, sexo político. Los gays ya no pedían perdón por ser como eran, asumían prácticas hardcore sin contemplaciones y hasta el más pintado se comportaba como si fuera una estrella porno. Pero tanto esta revolución como la atención sanitaria posterior estuvieron centradas en hombres gays de raza blanca y clase media. Los transexuales, las minorías étnicas y las mujeres quedaban fuera de la ecuación, a pesar de que ellos también estaban muriendo de sida. Poco después, artistas como Madonna o Prince devolvieron la militancia sexual al mainstream”, explica.

"El movimiento gay se ha aburguesado. La oleada de conservadurismo gay es casi indistinguible del patriarcado blanco”

LaBruce apunta un concepto de cuño reciente: el patriarcado gay. “El movimiento gay se ha aburguesado. En los setenta la lucha era por que se les considerara iguales que los demás, hoy la asimilación ha llegado a tal punto que muchos de ellos se han apartado de los valores que defendían, alineándose con la moral conservadora: ‘No seas promiscuo, no te centres en el sexo, ten valores familiares…’. La oleada de conservadurismo gay es casi indistinguible del patriarcado blanco”.

¿Han ganado los reaccionarios? “El giro a la derecha que está viviendo EE UU es uno de los más radicales que se han visto. La esencia es la supremacía blanca burguesa, pero colateralmente la gran matriz conservadora está trayendo de vuelta todos sus valores y vuelve a plantearse la prohibición del aborto y del matrimonio gay. Estas cosas siempre se han movido por ciclos, así que espero que este no dure demasiado”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_