Sanar a perros para curar a personas
Más de un millón de individuos en contacto con canes y ovejas sufren equinococosis en el mundo
Hay algo peor que estar enfermo: padecer una dolencia que no le importa a nadie ¿Puede ser más dramático? Pues sí, cuando el mal tiene remedio y se conocen intervenciones muy sencillas que permitirían eliminar la enfermedad en humanos en diez años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este es el caso de una infestación parasitaria que se extiende desde España hasta China pasando por Brasil. De hecho, el único continente libre de tenia Echinococcus es la Antártida. Más de un millón de personas están afectadas por dos variantes de la dolencia en un momento dado: la equinococosis alveolar —transmitida por animales salvajes y canes—, y la equinococosis quística o hidatidosis —mayoritaria y portada por ovejas y perros—. Para plantarle cara, hace falta un buen plan. El nombre de la estrategia, abanderada por la OMS y la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es Una Salud.
La hidatidosis en una enfermedad zoonótica desatendida —una infección que se transmite entre animales vertebrados y personas, y que hace mella en las comunidades más pobres y dependientes del ganado para subsistir—. El ciclo de transmisión es sencillo: las ovejas ingieren los huevos del parásito en la hierba y el agua, y las larvas se desarrollan en sus vísceras; los perros se alimentan de los órganos infectados, portan las tenias adultas en sus intestinos y esparcen sus huevos con los excrementos. Un niño que acaricie estos perros o se lleve la mano a la boca después de tocar suelo o agua contaminados contraerá el parásito. Solo sabrá que está infectado en la edad adulta, cuando se vea aquejado de vómitos, tos crónica o anorexia, según la localización de los quistes resultantes —normalmente hígado y pulmones, pero también ojos, huesos, riñones, músculos y sistema nervioso—.
“Puede ser muy costoso, no solo en cuanto a sufrimiento humano y costes quirúrgicos, sino también a pérdida de productividad laboral porque el diagnóstico suele realizarse cuando los afectados ya llevan tiempo con síntomas”, explica a este medio desde Tailandia Katinka de Balogh, responsable de Salud Animal y Producción de la FAO en Asia-Pacífico. Esta dolencia no es una broma. Solo en Asia Central, seis de cada diez personas —270 millones— corren el riesgo de infectarse, y la dolencia supuso 300.000 días de hospitalización en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay entre 2009 y 2014, según la Organización Panamericana de Salud/Oficina Regional para las Américas de la OMS (OPS/OMS).
Solo en Asia Central, seis de cada diez personas —270 millones— corren el riesgo de infectarse
Para atacar las zoonosis, se deben reconocer los vínculos entre animales, personas y el entorno. Así lo han evidenciado zoonosis emergentes como la gripe aviar y el Ébola, destaca el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) en un informe de 2016. “Nos hemos dado cuenta de que los problemas son complejos y debemos cooperar, porque un solo sector no los solucionará”, explica de Balogh. Por ello, la OMS, la FAO y la Organización Mundial para la Salud Animal (OIE) trabajan juntas para ofrecer directrices de control de la enfermedad y promover la cooperación entre los diversos ministerios nacionales. En principio, las medidas de prevención y control de la hidatidosis son sencillas: desparasitar a los perros, sacrificar a las ovejas de más edad y lavarse las manos son un primer paso. La principal actuación tampoco es complicada. “Si los ganaderos parasen de alimentar a sus perros con órganos infectados, el parásito no podría sobrevivir. Es una intervención tan simple…”, expone de Balogh. ¿Entonces, qué está fallando?
Carrera de obstáculos
“El problema de las enfermedades desatendidas es que las personas no saben que tienen un papel a desempeñar. A menudo, los ganaderos conocen la enfermedad en animales, pero ignoran que sus familias también están en riesgo”, añade la experta de la FAO. Los veterinarios locales podrían formar a los ganaderos, si no fuera por un par de detalles. En primer lugar, la dolencia afecta sobre todo a poblaciones marginalizadas sin acceso a servicios veterinarios. En segundo lugar, “los veterinarios dan poca importancia a la enfermedad y le destinan pocos recursos porque no tiene un gran impacto en la producción animal”. De hecho, es asintomática en perros y ovinos. Y sin embargo, para cortar la transmisión a humanos, hay que intervenir en salud animal. La vacuna que se está probando en ovejas sería una innovación notable, pero también aquí se presenta un dilema. “¿Quién pagará por ella? ¿Formará parte de las prioridades de los Gobiernos?”, se pregunta de Balogh.
América Latina también busca respuestas. No es para menos: entre el 20 y 95% de los animales que pasan por los mataderos de las zonas más endémicas están infectados, y se notificaron más de 29.500 casos de hidatidosis en humanos y 820 muertes en cuatro países entre 2009 y 2014. Un simple indicador dada la “considerable sub-notificación en los registros oficiales de los países”, informa a este medio el doctor Marco Vigilato, asesor en Salud Pública Veterinaria del Centro Panamericano de Fiebre Aftosa (Panaftosa) de OPS/OMS en Perú. La organización coordina la Iniciativa Sudamericana para la Vigilancia, Prevención y Control de la Hidatidosis: promueve la formación de profesionales; fomenta el intercambio de tecnologías y conocimientos entre los seis países participantes —Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Perú y Paraguay—, y espolea a los Gobiernos para que implementen medidas en el marco de su plan contra enfermedades desatendidas, vigente entre 2016 y 2022.
A menudo, los ganaderos conocen la enfermedad en animales, pero ignoran que sus familias también están en riesgo
Entre los logros, destaca la integración progresiva de los esfuerzos en salud humana y animal. Entre las asignaturas pendientes, la adopción de políticas específicas y bien dotadas en el conjunto de países. “Tomar conciencia de que es un serio problema de salud pública es lo que estimulará a todos los sectores a contribuir al control de la enfermedad”, declara a este medio el doctor Edmundo Larrieu, secretario general de la Asociación Internacional de Hidatidología (AIH) radicado en Argentina. A pesar de los desafíos, avanzar el posible.
Vías de salida
Enfermedades desatendidas como la hidatidosis están especialmente vinculadas a entornos rurales y miserables. “Si los países atacan la pobreza de raíz y mejoran la higiene y el conocimiento, muchas de estas enfermedades se pueden controlar”, constata de Balogh. Otra vía para concienciar al público son los centros educativos y de salud. Los Clubes de Sanidad Animal creados en las escuelas de Sierra Leona para combatir la rabia podrían ser un buen modelo. “Los niños son los futuros ganaderos y a menudo tienen un contacto estrecho con los perros, de modo que serían un público objetivo importante. Además, educarían a sus padres”.
Tanto la experta de la FAO como el doctor Larrieu coinciden en que hacen falta dos elementos interdependientes —concienciación y recursos— para atajar un sufrimiento humano prevenible, incluyendo las 19.300 muertes anuales estimadas por la OMS. Para de Balogh, “el sector de la sanidad humana debe presionar al de la sanidad animal para que actúe, mostrándole el gran impacto de la enfermedad en las personas” y trasvasándole recursos si hace falta. “Tenemos todas las herramientas necesarias para afrontar la enfermedad”, reitera de Balogh. “Ahora es una cuestión de prioridades y de recursos”.
¿Qué es la equinococosis?
Distribución global
Enfermedad emergente en China
El problema del diagnóstico y el tratamiento
Se trata de una de las 18 enfermedades tropicales desatendidas reconocidas por la OMS. Puede ser muy grave y su tratamiento suele ser quirúrgico, por lo que una gran parte de las personas afectadas en zonas rurales y remotas de países de renta baja no tienen posibilidades de curación. Dos especies de tenia causan la mayoría de los casos en todo el mundo: Echinococcus granulosus (causa de la equinococosis quística o hidatidosis ) distribuida por zonas ganaderas mundiales y E multilocularis (equinococosis alveolar) prevalente sobre todo en el hemisferio Norte en Europa, Rusia, China y Asia Central.
La hidatidosis ocurre típicamente en zonas ganaderas donde los perros que se utilizan para el pastoreo de ovejas están en contacto con los humanos. Estos perros se infectan al comer las vísceras de los animales sacrificados que contienen los quistes hidatídicos. Suele detectarse ya en la edad adulta y, como otras enfermedades tropicales desatendidas, afecta más a las mujeres porque en sus actividades domésticas están más en contacto con los perros al cuidar, alimentar y ordeñar el ganado.
Se trata de un problema de salud pública de primer orden en algunas regiones ganaderas del mundo y recientemente se ha comprobado que puede afectar al 5-10% de la población en algunas zonas de la meseta tibetana. La enfermedad puede controlarse y eliminarse si se aplican de forma estricta los programas de control como ya ha sucedido en países como Islandia, Nueva Zelanda, Tasmania, las islas Malvinas o Chipre. Aunque puede curarse en los países de renta alta, donde la población general tiene acceso al tratamiento quirúrgico, se calcula que cada año produce una carga de enfermedad que supera el millón de años de vida sana perdida y más de 3.000 millones de dólares en pérdidas económicas en el tratamiento de los pacientes y las pérdidas ganaderas.
A nivel global, la hidatidosis se considera una enfermedad emergente en zonas como China y Oriente Medio y cada vez hay más información sobre la afectación de la población en estas zonas. En este sentido, es significativo que se haya sumado recientemente a la red de centros colaboradores con la OMS en hidatidosis el Hospital Clínico de Xinjiang, donde van a investigar nuevos métodos de diagnóstico adaptables al terreno y tratamientos más eficaces que los actuales. Según David Carmena, un investigador experto en hidatidosis que trabaja en el Servicio de Parasitología del Centro Nacional de Microbiología (ISCIII), en China, las regiones más afectadas son el centro, la meseta tibetana y el oeste del país. En España, según este investigador, las campañas de control iniciadas en los años ochenta en diversas regiones consiguieron reducir significativamente, pero no erradicar, la enfermedad. Los programas de control se interrumpieron a partir del año 2000 y la enfermedad sigue existiendo y en algunas comunidades se registran prevalencias de entre uno y tres casos de infección humana por cada 100.000 habitantes. La hidatidosis es una enfermedad de declaración obligatoria en España desde marzo de 2015. En opinión de Carmena, la legislación vigente española respecto a la destrucción de los órganos infectados en los mataderos se cumple escrupulosamente, aunque hay algunos aspectos del control que podrían mejorarse como el tiempo medio dedicado a la inspección visual de las vísceras y la comunicación de los casos detectados a las autoridades competentes.
Aunque las radiografías y ecografías pueden detectar bien los quistes, todavía no disponemos de una prueba diagnóstica sencilla, barata, y de fácil uso en el terreno, según Teresa Gárate, Jefa del Servicio de Parasitología del Centro Nacional de Microbiología, quien comenta que en España existen grupos de investigación subvencionados por la Unión Europea que trabajan en el desarrollo de nuevas tecnologías con antígenos recombinantes (derivados de genes característicos de E. granulosus) que les permitan conseguir pruebas fiables para el diagnóstico y seguimiento de pacientes con hidatidosis. Se espera que en unos dos a cuatro años puedan ya utilizarse en el sistema sanitario español. Según esta experta, de acuerdo con los últimos estudios epidemiológicos, entre el 2% y 3% de todos los casos nuevos de hidatidosis se detectan en niños menores de 15 años, lo que podría indicar que la enfermedad se sigue transmitiendo actualmente. No obstante, la mayoría de estos pacientes jóvenes proceden de países con altas tasas de infección como Marruecos o Rumanía y probablemente adquirieron la enfermedad en su país de origen.
El tratamiento de la hidatidosis es generalmente quirúrgico y no es accesible a una gran parte de los pacientes sin recursos que viven en zonas rurales, lejos de los hospitales y en países sin sistemas de cobertura sanitaria universal. Como alternativa, en algunos países como Egipto se utilizan métodos de tratamiento mucho más baratos como la punción y esterilización del quiste con control ecográfico que evita el ingreso y los excesivos costes asociados a la cirugía. No obstante, esta técnica no puede emplearse en todos los pacientes y en algunos casos puede suponer un riesgo adicional. El tratamiento médico con fármacos es poco eficaz y es urgente potenciar la investigación en este campo para disponer de fármacos eficaces que permitan tratar los casos inoperables y evitar la cirugía en muchos pacientes.
Juan Cuadros es microbiólogo del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid)