_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

En busca del enemigo estratégico

No hay alianzas de tres. O no son estables. Solo hay estabilidad cuando dos se alían contra un tercero

Lluís Bassets
El presidente de Rusia Vladimir Putin y el presidente de China, Xi Jinping.
El presidente de Rusia Vladimir Putin y el presidente de China, Xi Jinping.MIKHAIL METZEL / GETTY IMAGES

Trump necesita un enemigo estratégico, alguien que amenace permanentemente a Estados Unidos mientras él esté al frente. Y a estas horas no sabe todavía muy bien dónde encontrarlo: si basta el Estado Islámico, si pueden ser Corea del Norte o Irán, o si debe mirar más alto y designar a China o incluso a su querida Rusia.

Ideas no le faltan, aunque no son propias y dependen de quien susurra en su oreja. Las suyas son nulas o reactivas, propias para twitter. Bannon, ahora en desgracia, le empujaba a entenderse con Rusia y liquidar la Unión Europea. Sus asesores comerciales solo piensan en China, a la que quieren declarar una guerra monetaria y tarifaria. Su hija Ivanka, conmovida por las víctimas infantiles de las armas químicas de Bachar el Asad, le pidió que rociara con misiles al dictador sirio. Y los mandos militares que ha puesto al frente de la seguridad, halcones pragmáticos y realistas, le aconsejaron una respuesta limitada, para enseñar los dientes, pero sin promover cambios de régimen ni olvidar el enemigo inmediato, el califato terrorista.

Inicialmente, Trump quería aliarse con Rusia y enfrentarse con China. Pero sin cumplir siquiera los cien días de presidencia ya se ha enfrentado con Rusia y se ha sentado a dialogar con China. Pocos presidentes han hecho más quiebros políticos en menos tiempo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La desorientación estratégica que sufre Estados Unidos es apoteósica, como demuestra la cacofonía que practican los máximos responsables del Gobierno, presidente incluido, y especialmente, Sean Spicer, el torpe portavoz de la Casa Blanca, capaz de situar a Hitler detrás de Bachar el Asad en el medallero de la criminalidad de masas y de exculpar al genocida germano del uso de armas químicas, siendo el patrono de la mayor industria de asesinato masivo mediante gases letales conocida en la historia. El antielitismo trumpista, con su hostilidad hacia la diplomacia y los intelectuales, ha situado a un puñado de ignorantes en puestos de máxima responsabilidad.

El fin del idilio con Putin tiene sus ventajas. Oculta uno de los peores primeros cien días presidenciales de la historia y distrae a la opinión pública sobre la intervención de Moscú en la campaña electoral y las complicidades rusas con el equipo y la familia presidencial. Una nueva amistad ha venido a sustituirlo, la trabada en Mar-a-Lago con Xi Jinping, debidamente apaciguado respecto a la negación inicial de la Política de una sola China. El Kremlin ha recibido de uñas al secretario de Estado, Rex Tillerson, el que iba a pedir a Rusia que escogiera entre Estados Unidos y Siria; pero Trump tuvo al menos la llamada componedora de Xi ante el fondo de tambores de guerra que se levanta en la península de Corea.

No hay alianzas de tres. O no son estables. Solo hay estabilidad cuando dos se alían contra un tercero. Lo peor que le podría pasar a Trump es que no fuera él quien escogiera entre Rusia y China, sino quien quedara excluido de una alianza entre Putin y Xi Jinping.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_