6 poemas de Miguel Hernández ilustrados
La editorial Kalandraka, premio nacional en 2012, ha reunido a artistas e ilustradores para poner imágenes a las palabras del poeta de Orihuela
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1Égloga–nudista, de 'Otros poemas' (1933-1934) Tu tronco con tu tronco se reveza, palma, salido hoy mismo de su hueso, y no a fuerza de espacio tras espacio. Contra la vertical nuestra cabeza, sus músculos nos dan su fortaleza, y el tacto de la frente adquiere el peso de su movida copa de palacio. Federico Fernández -
2Elegía, de 'El rayo que no cesa' (1934-1936) (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.) Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas Antonio Santos -
3Umbrío por la pena, de 'El rayo que no cesa' (1934-1936) Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno. Pablo Auladell -
4Vientos del pueblo me llevan, de 'Vientos del pueblo' (1936-1937) Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta. Los bueyes doblan la frente, impotentemente mansa, delante de los castigos: los leones la levantan y al mismo tiempo castigan con su clamorosa zarpa. Javier Zabala -
5Aceituneros, de 'Viento del pueblo' (1936-1937) Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Xosé Cobas -
6Las manos, de 'Viento del pueblo' (1936-1937) Dos especies de manos se enfrentan en la vida, brotan del corazón, irrumpen por los brazos, saltan, y desembocan sobre la luz herida a golpes, a zarpazos. La mano es la herramienta del alma, su mensaje, y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente. Alzad, moved las manos en un gran oleaje, hombres de mi simiente. Pablo Amargo -
7Portada del libro de Kalandraka.