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La voz de 130 millones de niñas

La campaña #GirlsCount pone de relieve el alto número de chicas sin acceso a la educación en todo el mundo

“En ningún lugar del planeta las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Nacer pobre siendo mujer es una doble carga para las mujeres y niñas en los países más pobres, y son muchas”. Estas palabras resonaron con fuerza en el Parlamento Europeo en uno de los eventos organizados por el Día Internacional de la Mujer 2017, el pasado 8 de marzo. La que hablaba era Dina Dahood, joven embajadora de The ONE Campaign, organización que lucha contra la extrema pobreza a través de campañas de concienciación.

Dina conoce lo que son las dificultades. Criada en Jordania —uno de los países que acoge mayor número de refugiados, según Naciones Unidas—, y después de cursar estudios de arquitectura, trabajó durante siete años en campos de refugiados palestinos para UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo). Ahora estudia un doctorado en planificación urbana de campamentos de refugiados en la Universidad de Lovaina, Bélgica, y admite que la educación ha jugado un papel esencial en su desarrollo personal.

Sin embargo, no todas las mujeres y niñas cuentan con esta herramienta. Según el último informe de ONE, Poverty is sexist (La pobreza es sexista), 130 millones de niñas están sin escolarizar en todo el mundo, un número equivalente a la población de Reino Unido y Francia al mismo tiempo. Esta situación aumenta gravemente sus posibilidades de ser víctimas de matrimonios forzosos, contraer enfermedades como el VIH o morir a una edad temprana.

Los datos empeoran si hablamos de zonas en conflicto. El texto recoge que solo en las zonas más afectas del nordeste de Nigeria son 2,9 millones los niños que necesitan educación de emergencia. Boko Haram ha llevado a Nigeria a una situación alarmante, que incluye el secuestro de 276 niñas en Chibok en 2014, la destrucción de 1.000 escuelas, el asesinato de 645 profesores y el desplazamiento de miles de personas.

La brillante mirada de Dina llama a la acción. Es la mirada de una joven entusiasta que, a pesar de su corta edad, ha vivido mucho y tiene un mensaje claro que trasladar al mundo: “Europa debe trabajar con los gobiernos africanos y los líderes locales para hacer frente a los mayores obstáculos (coste, normas culturales y violencia) que mantienen a las niñas fuera de la escuela”.

Las estrategias de inversión en educación a largo plazo podrían cambiar esta situación a un coste más bajo del que muchos imaginan. La organización calcula el precio de 12 años de educación en los países más vulnerables en 1,08 euros al día. Es decir, que “por menos de lo que cuesta una barra de pan, una niña procedente de alguno de los países más pobres del mundo podría ir a la escuela”.

Además, señala, una inversión de un dólar en un año adicional de escolarización en estos países —en particular para las niñas— produciría ingresos y beneficios sanitarios de diez dólares. Es decir, que la inversión en la educación de las niñas tendría efectos positivos no solo para su desarrollo, el de sus familias y comunidades, sino también para los países de los que proceden.

Niñas esperando el autobús para ir al colegio a las puertas de un orfanato en Sanaa, Yemen.
Niñas esperando el autobús para ir al colegio a las puertas de un orfanato en Sanaa, Yemen.KHALED ABDULLAH (REUTERS)

Hace dos años, los líderes mundiales acordaron acabar con la extrema pobreza en 2030 dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta prioridad incluye asegurar un acceso a la educación para todos. Para lograrlo, la organización pide políticas que fomenten la igualdad, transparencia en la recolección de datos y el monitoreo de las inversiones; así como formación de profesores y acceso a la tecnología para lograr la alfabetización digital.

Con el fin de dar voz a los 130 millones de niñas sin acceso a la educación, ONE acaba de lanzar la campaña #GirlsCount (Las niñas cuentan), que aúna un vídeo por cada una de ellas. Cualquier persona puede elegir un número, grabar un mensaje en vídeo y subirlo a la web para pedir a los líderes de todo el mundo que cambien esta situación. Personas como Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz 2014, Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), o la actriz Charlize Theron, ya lo han hecho.

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