La banalidad de la corrupción
Leer a Hannah Arendt en el momento actual me parece bastante oportuno. Arendt propuso el concepto de “banalidad del mal”, que se refería a cierta incapacidad de pensamiento que llevaba a una vida irreflexiva en la que hacer el mal simplemente no era visto como tal. En el caso de la corrupción se puede ver algo parecido: los últimos presidentes que Perú ha tenido están siendo investigados por corrupción, aparte de uno que está preso y otro con orden de captura. La política peruana está sumida en la corrupción desde hace décadas. Es como si el poder les quitara a los gobernantes la capacidad de pensar y, bajo una ley débil, vivieran sin remordimientos con la corrupción en sus venas. Y no hay solución, porque no ven el problema. Los ejemplos actuales de Rumania, Brasil o Turquía demuestran que es un fenómeno universal. Si los poderosos no piensan, los de abajo debemos empezar a hacerlo.— Juan Francisco Osores Pinillos. Lima (Perú).
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