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CLAVES
Columna
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‘Rejonear’ al jubilado

Se busca cazar al ahorrador asustado por su futuro cuando sea viejito y llevarle hacia los fondos de pensiones privados

Xavier Vidal-Folch
Un grupo de jubilados observa los avances de unas obras en Barcelona.
Un grupo de jubilados observa los avances de unas obras en Barcelona.Albert García

Los gurús de las finanzas profetizan la quiebra del sistema público de pensiones. Convierten un problema inquietante en catástrofe segura. Cuando para evitarla bastará acompasar la edad de jubilación a la esperanza de vida, algo evidente, pero que exige un coraje del que carece la clase dirigente.

La dramatización es interesada: se busca cazar al ahorrador asustado por su futuro cuando sea viejito y llevarle hacia los fondos de pensiones privados, presuntamente más rentables y/o más seguros que el sistema público.

Pero, claro, estos comerciales pro domo sua no aportan pruebas de sus asertos. Para aclararse hay que acudir a los trabajos académicos, ya tradicionales, del equipo del IESE de Pablo Fernández.

El último (ver ¿Merece la pena tener fondo de pensiones?, www.invertia.com, anteayer) concluye que solo tres de los 335 fondos con 15 años de historia exhibieron entre 2001 y 2016 una rentabilidad superior tanto a la de la Bolsa (5,24%, el Ibex) como a la de los bonos públicos a 15 años (5,27%). Peor: la media de esos planes de pensiones arrojó un 2,03%, de manera que no alcanzó siquiera la mitad de esas dos rentabilidades alternativas.

Es un mercado nada menor en España, con más de siete millones de ahorradores/inversores, por una cuantía cercana a los 70.000 millones de euros. Y los datos recopilados indican que “pocos gestores se merecen las comisiones que cobran”, concluye Fernández.

Porque si solo mimetizando al Ibex una cartera duplica de largo la media de los fondos, es que la anémica rentabilidad de estos obedece a que: a) las gestoras y bancos que los mantienen son ineficientes o ignorantes; b) imponen al cliente minorista comisiones directas (de hasta el 2%) abusivas; c) les colocan acciones-basurilla a cambio de lograr de las empresas jugosos contratos de emisión de deuda, dirección de créditos sindicados u otros negocios mayoristas. O por una desleal coyunda de los tres motivos.

Una especialidad corrupta y clandestina del sector se conoce como “rejoneo”: las astillas, propinas o comisiones que algunas gestoras reciben por incluir en las carteras de sus fondos determinadas acciones. A ver si se crea ya el organismo regulador de la protección a los consumidores financieros. Para que los de siempre no rejoneen más a jubilables y jubilados. Amén.

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