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Duyos, el arte de la resistencia en la moda

Duyos con las modelos Cristina Piaget, Amanda Moreno y Madeleine Hörjt.
Duyos con las modelos Cristina Piaget, Amanda Moreno y Madeleine Hörjt. Pablo Zamora
Elsa Fernández-Santos

E L PRIMER desfile de Juan Duyos y Cecilia Paniagua abrió la puerta de la – entonces– Pasarela Cibeles a una nueva generación que llegaba desde los after hours del Madrid de los noventa. Eran jóvenes y hedonistas, estaban vivos y no lo ocultaban. Crecieron en plena resaca de la movida, pero reclamaban su propia fiesta. Y la tuvieron. También su particular resaca.

Han pasado 20 años desde aquella primera presentación y hoy el creador madrileño se prepara para celebrar algo extraordinario dentro de la moda española: seguir vivo (empresarialmente) y desfilando.

Tras su debut, Stop models –en el que los diseñadores mezclaron maniquís y amigos sobre la pasarela–, la pareja se consolidaba con otra colección de título taxativo: Coser y bailar. Ese mismo año, 1998, desfilaron en la London Fashion Week.

Duyos se había formado con Manuel Piña, Paniagua diseñaba para Sybilla y, entre los dos, lograron construir un sueño que pronto se quebró. En 1999 Duyos decidió seguir su camino en solitario y en 2001 Paniagua fallecía de forma trágica. “Ella era la carismática y brillante, yo era mucho más introvertido. Nos habíamos conocido en el instituto de El Escorial y teníamos mil cosas en común”, recuerda Duyos. “Con la moda solo queríamos canalizar nuestros intereses, que eran principalmente la música y el arte. En realidad éramos supernaifs y, claro, nos creíamos los mejores de la ciudad”.

De izquierda a derecha, Cristina Piaget, Madeleine Hjört y Amanda Moreno.

Juan Duyos (Madrid, 1968) lo recuerda en una de esas nuevas cafeterías del centro gentrificado de la capital. Enfrente de su estudio, donde ahora sirven cupcakes sin gluten y hamburguesas que pasan por saludables. Él es un superviviente y, en gran medida, un inadaptado de un sistema con el que pacta pero no comulga. El éxito, explica, fue su primer fracaso. “La inocencia se pierde cuando empiezas a vender y descubres que esto no es el Monopoly. Yo no sabía hacer ni una factura, y ese ha sido el gran problema y el gran fallo de la moda española. Éramos creativos metidos a empresarios. Un inconveniente que, por otro lado, ahí sigue, sin subsanarse”, explica.

Al mirar atrás, no duda a la hora de señalar los errores. “Me he arrepentido de hacer caso a la gente que me decía que tenía que vender mucho, también de responder a la presión de la prensa, siempre con su queja de que aquí no somos industriales. No, no somos Gucci. Como tampoco el cine español es Hollywood. Yo hice caso de un mensaje equivocado y me arrepiento mucho de haberme metido en un sistema que ni me gustaba ni me interesaba. No supe leer mi cuerpo, cómo me estaba afectando aquella rueda”.

En 2006 Duyos, que entre 2002 y 2005 fue el director creativo de Don Algodón, vendía 7.000 prendas por temporada. Hasta que pegó el frenazo y se recicló en lo que es hoy, un diseñador a pequeña escala, volcado en la costura. Cinco licencias de accesorios le mantienen en contacto con la realidad industrial, pero su día a día se centra en el centenar de encargos que recibe por temporada. “El lujo ya no es un logotipo, sino una mujer que está bordando para ti durante mucho tiempo. Ese es el presente y el futuro del lujo. Es un bordado de lagarteras de Salamanca o de las palilleras de Camariñas, o las pieles del sur”.

Lo mejor de su oficio, dice, lo aprendió de Manuel Piña, fallecido en 1994 a los 50 años víctima del sida. “Me cuidó con mucho mimo. Él venía con la resaca de la movida y nosotros de alguna manera somos los hijos de esa resaca. Me llevaba a la fábrica y me enseñaba a trabajar. Yo veía a Rossy de Palma entrar en su tienda y flipaba. Era fascinante. En realidad, ese fue otro de los problemas que tuvimos Cecilia y yo. Nos creímos que el mundo de la moda eran Piña o Sybilla, cuando ellos en realidad solo eran islas”.

El Ballet Nacional de España muestra la colección en 2014. En la segunda foto, Duyos saluda al público tras su última presentación en la pasarela madrileña. / CARLOS ÁLVAREZ (GETTY IMAGES) y JAIME VILLANUEVA

Tanta lucha contra corriente convierte a los diseñadores españoles en supervivientes que comparten una queja recurrente: “Apenas tenemos presencia en los medios”. Su estrategia es el boca a boca. “Igual que se hacen desfiles de alta costura para vender coloretes, nosotros, a nuestra escala, hacemos lo mismo. Al menos eso lo hemos aprendido. Pero lo cierto es que, pese a que nadie quiere invertir dinero en nosotros, salimos adelante. La prensa apoya lo novedoso, pero luego, cuando ya formas parte del sistema, dejas de interesarles. Las cabeceras te aman y luego te olvidan”. Duyos rescata una anécdota de cuando en 2009 presentó su colección Tiki en la Semana de la Moda de Nueva York como parte del 4EYES, un proyecto que la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) puso en marcha con una subvención de 60.000 euros concedida por el Ministerio de Cultura. “Recuerdo que estábamos Juanjo Oliva, Carmen March, Ana Locking y yo y vivimos en directo la otra cara de la moneda. Vino a darnos la enhorabuena Candy Pratts, del Vogue americano, y también los compradores de Barneys. Fueron directos y sinceros: nos dijeron que todo estupendo, pero que estábamos en el peor momento de la crisis de 2008 y que debían apoyar a su industria y a sus marcas. Fue toda una lección”.

Hijo de un médico y empresario emparentado con el cineasta Luis García Berlanga, cuando sus padres se separaron, él y sus dos hermanas se fueron a vivir con su madre y pasaron de una vida acomodada a buzonear propaganda con ella. “Nos trasladamos a la Malvarrosa, en Valencia, donde convivíamos con los vecinos gitanos. Luego volvimos a Madrid, a nuestra casa de El Escorial, pero aquellos años radicales de mi madre nos convirtieron en todoterrenos”. Hoy es fácil cruzarse con él y su perrita Cara por la calle del Barquillo de Madrid, donde está su estudio y su segundo hogar. “Me siento afortunado porque trabajo en lo que me gusta, con la gente que quiero y al lado de mi casa. Voy y vengo andando con mi perra y esa cotidianidad me encanta”. Aunque hoy la vida no se entiende sin el móvil, y la moda aún menos, él proclama entre risas su renuncia a las inevitables redes sociales. “Quiero pensar que solo es una burbuja, como la inmobiliaria, que acabará explotando. Creo que esa sobreexcitación constante no se puede soportar mucho tiempo más”.

El diseñador con Cecilia Paniagua en 1997, cuando el dúo puso en marcha su marca.

Este año su colección para primavera-verano, titulada Botánica, se saldó con el premio a la mejor colección en la 64ª edición de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Otra vez las flores, en forma de organza y guipur, como un nexo atemporal entre tradición y vanguardia. Duyos defiende un Hecho en España “sin patriotismo”. “Mis colecciones son en español porque no me gustan los anglicismos. Yo pruebo a las modelos, no hago un fitting. Creo que debemos subrayar lo nuestro con naturalidad”.

Le gustan los juegos de números y este 20º aniversario le permite uno. Para el otoño-invierno de 2014 presentó su audaz colección número 15, inspirada en 15 mantones de Manila antiguos y con la que festejó los 15 años de Duyos. El próximo día 20 celebrará sus 20 años con una presentación para la que ha convocado a las modelos que le han acompañado por el camino en una fiesta-desfile, que pretende reivindicarlas como infatigables cómplices de un ya largo viaje. Helena Barquilla, Verónica Blume, Cristina Piaget, Vanesa Lorenzo, Laura Sánchez, Laura Ponte… 20 salidas que cerrarán un nuevo ciclo de una moda labrada a golpe de resistencia.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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