Un analema en el móvil
Como tantas cosas que circulan por la telefonía o por Internet, la foto con la catedral de Burgos en primer plano tiene truco. Mejor dicho, dos
Una foto muy enviada de móvil a móvil estas Navidades recogía la fachada principal de la catedral de Burgos y, sobre el cielo, distintas imágenes del Sol obtenidas por la cámara desde el mismo punto cada ocho días y a la misma hora (las 15.45). Al mostrarse como si fueran simultáneas, entre todas ellas configuraban una representación deforme del número ocho.
Recibí esta imagen decenas de veces, y al principio pensé que eso se debía a mi condición de ejerciente burgalés; pero comprobé que también les había llegado a amigos de cualquier otro lugar del mundo (que a su vez me la reenviaban).
Para mí, esa figura que va formando el Sol a lo largo del año se llamaba “analema”. Y no lo sé en calidad de experto en los astros (nada más lejos, valga la coincidencia), sino porque la misma imagen ya circuló entre burgaleses hace años, con la firma del fotógrafo Jesús Peláez (especializado en astronomía) y siempre con la catedral como referencia y con esa palabra como designación.
Sin embargo, en los mensajes recibidos ahora no aparecía por ninguna parte el término “analema”, sino el vocablo “lemniscata”. El Diccionario define el significado de esta palabra como “curva plana de forma semejante a un 8”. Por tanto, se ajusta cabalmente a la imagen tan trajinada estas Navidades. “Lemniscata” parte de la raíz lemnisco, de origen griego (lemnískos) pero adoptada por el latín (lemniscus). El término “lemnisco” sirve a su vez para nombrar la cinta que acompañó a las coronas y palmas que se entregaban como recompensa honorífica a los atletas vencedores.
Como tantas cosas que circulan por la telefonía o por Internet, la foto con la catedral de Burgos en primer plano tiene truco. Mejor dicho, dos trucos
Busqué “analema” también en el Diccionario, y, para mi sorpresa, no la hallé. Ptolomeo (siglo II) tituló precisamente Analemma una obra en la que explica cómo acertar con los ángulos para construir relojes de sol; y Google recoge decenas de miles de registros de este vocablo (españolizado con uns sola ene), sobre todo en materia astronómica.
Husmeé en el banco de datos de la Academia y sólo me topé con una obra que contuviese tal palabra: la Traducción de la Arquitectura de Marco Vitruvio Pollión firmada en 1582 por el arquitecto Miguel de Urrea. Ahí se lee cuatro veces “analema”, pero referida de nuevo al diseño de un reloj de sol.
El término griego analemma (“pedestal”; y en astronomía, "proyección") procede de analambanein (“soportar”, “elevar”) y se aplica a la sombra del Sol y a su recorrido. En este contexto de la figura dibujada sobre el cielo, se antoja más poética otra acepción de ese mismo verbo: “reanudar”. En efecto, el Sol y su ciclo son pura reanudación, en una figura que ni empieza ni acaba y que por tanto se relaciona con el signo de lo infinito (∞).
Pero, como tantas cosas que circulan por la telefonía o por Internet, la foto del analema tiene truco. Mejor dicho, dos trucos: en los días nublados (nada raros en Burgos) se vulneró la periodicidad exacta a la espera de la siguiente tarde soleada; y, una vez completada la imagen del analema sobre el cielo, la catedral se le pegó después. Un burgalés perspicaz se daría cuenta enseguida de que el Sol no se sitúa ni a las 15.45 ni a ninguna otra hora detrás de la catedral, vista desde el Sur, sino que siempre quedaría a la espalda del fotógrafo.
El autor advertía honradamente del montaje en el pie de foto de la imagen original, pero este pequeño detalle se fue perdiendo de móvil en móvil.
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