Pobre Sunny
Sunny, como el Yorick de Hamlet, era todo bondad y simpatía, el bufón peludo de la corte más enrollada de la realeza política del siglo XXI
La regla de un mordisco es una norma vigente en algunos territorios de EE UU. Se trata de una ley que permite a todos los perros morder a un humano una vez. Ni ellos ni sus dueños serán castigados por esa primera dentellada. Eso sí, si repiten, cae sobre ellos todo el peso de la ley. Hace unos días, en la víspera de la que va ser su última semana en la Casa Blanca, Sunny, el perro menor de los Obama, mordió en la cara a una amiga de una de sus hijas que estaba de visita en el hogar presidencial. Sunny, como el Yorick de Hamlet, era todo bondad y simpatía, el bufón peludo de la corte más enrollada de la realeza política del siglo XXI. “¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio: era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa […]¿Qué se hicieron tus chanzas, tus piruetas, tus canciones, tus rasgos de buen humor, que hacían prorrumpir en una carcajada a toda la mesa? ¿Nada, ni un solo chiste siquiera para burlarte de tu propia mueca? ¿Qué hace ahí con la boca abierta?”, declama el príncipe escandinavo sosteniendo la calavera de su finado amigo.
El día 20, Sunny y toda la corte Obama será relevada en palacio por una nuevo séquito liderado por Trump, quien, como Claudio en la obra de Shakespeare, se ganó el trono envenenando orejas. Pero Claudio era mal hombre y buen gobernante. Trump solo cumple la primera de las premisas, por lo que él sería más bien Yorick, o Sunny para este particular, por lo que habría que aplicarle esa norma del primer mordisco. Al segundo, debería ser castigado. Él y su dueño, aunque este viva en Moscú.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.