El año clónico
2016 es el año en que nos llenamos de réplicas de todas las cosas o, más bien, de copias cutres, como de baratillo
2016 es el año en que nos llenamos de réplicas de todas las cosas o, más bien, de copias cutres, como de baratillo.
España pasó casi todo el año con un gobierno en funciones, que es como un bolso Vuitton del top manta: a primera vista se confunde con uno de verdad, pero después de un rato de uso, le faltan todos los detalles. Lo más extraño es que tampoco pasó nada. Ahora que tenemos un Gobierno de verdad, a lo mejor hasta echamos de menos la copia. Ah, nos quejaremos con nostalgia, qué tranquilidad aquellos tiempos en que no se legislaba y el presidente tenía la agenda libre.
Este año, ni siquiera la verdad fue de verdad. Se convirtió en "posverdad", algo parecido a esos juguetes del todo-a-un-euro que el 27 de diciembre ya están desmembrados y no puedes devolver en ninguna parte. Llevas a la tienda tu información en mal estado, como un cachorro enfermo, y tratas de que te devuelvan lo que diste por él. Pero el vendedor mueve la cabeza de un lado a otro y te explica: "Lo siento, es que esto era cierto del 21 al 25. Luego ya no tenía garantías".
Eran falsificaciones el matrimonio de Brad y Angelina. El rector de la Rey Juan Carlos. La ONG por Nadia Nerea. Y un mundo de pequeños Nicolases.
Mientras ocurría todo esto, una familia argentina clonó a su perro. Con solo una muestra de células, se mandaron hacer un repuesto en una fábrica de mamíferos de Corea del Sur. Pero la familia está tranquila porque el clon costó 100.000 dólares. Por ese precio, sí consigues algo de verdad.
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