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Coordinado por Lola Huete Machado

El largo y cálido verano africano: #StopRacismAtPretoriaGirlsHigh

El racismo pervive en el País del Arco Iris, como evidenció el caso de Zulaikha Patel y su repercusión en redes sociales

Ángeles Jurado

Casi todos hemos visto este verano, en redes sociales, la imagen de Zulaikha Patel, una estudiante sudafricana de 13 años que hizo correr ríos de tinta y pixeles en agosto a causa de su pelo.

Zulaikha Patel.
Zulaikha Patel.Reddit.com.

Zulaikha está matriculada en un prestigioso instituto para chicas de Pretoria, tradicionalmente destinado a una minoritaria élite blanca. Tras pasar por tres colegios a causa del acoso de profesores y alumnos, Zulaikha se plantó este verano y cruzó los brazos, desafiante, sobre su cabeza combativa coronada con una espléndida mata de pelo rizado. El afro de Zulaikha se convirtió así en motivo de debate planetario, nos puso ante los ojos el racismo que pervive en instituciones y sociedades como la sudafricana y dio pie a otro hashtag popular del estío: #StopRacismAtPretoriaGirlsHigh.

El caso de Zulaikha saltó a la palestra pública cuando denunció que en su instituto la acusaban de distraer con el pelo a sus compañeras y protestó porque le exigían que se lo alisara. Docenas de chicas manifestándose frente al centro, imágenes de famosos solidarizándose con ella y peticiones online que recibieron miles de firmas concluyeron con una auditoría de las autoridades educativas de la provincia de Gauteng a las denuncias de racismo al centro. Partidos políticos, como un Congreso Nacional Africano que salía tambaleándose de las últimas elecciones sudafricanas, hicieron públicas declaraciones denunciando políticas y normativas racistas en el sistema educativo del país y acusando a la escuela de Zulaikha de "querer suprimir la negritud de la estética y la cultura". El ministro de Educación acabó dando un ultimátum a la escuela para cambiar su código normativo en menos de un mes. Mientras, florecían en la Red testimonios con casos de chicas forzadas a salir de clase para estirarse los rizos con vaselina o que confesaron haber sido insultadas por sus profesores con epítetos como "mono", mientras comparaban sus cabellos con nidos de pájaro. El debate se desplazaba de una posible cuestión de gustos hacia el racismo rampante cuando esos mismos profesores etiquetaban al CNA y Mandela de terroristas, negaban el derecho a sus alumnas a hablar sus idiomas maternos y según algunos medios y columnistas, las instruían en el oficio de "negar su negritud". 

El caso de Zulaikha generó abundante literatura sobre estética y racismo, como este magnífico artículo de Hlonipha Mokoena. También otros a contracorriente de la indignación generalizada, en los que se ponían entre comillas la actuación ministerial y la "histeria" mediática. Zulaikha terminaba el año de una manera mucho más feliz en redes sociales: apareció de nuevo en nuestras pantallas junto a la activista Angela Davis en el memorial de Steve Biko.

Angela-Davis-meets-Zulaikha-Patel-the-student-at-the-lead-of-the-protests-at-Pretoria-Girls-High-2Imagen de Zulaikha Patel y otras jóvenes con Angela Davis /Africasacountry.

Si quiere leer en español sobre el movimiento nappy (natural y feliz) y la crucial importancia de la aceptación y reivindicación del pelo natural en la cultura negra, puede dirigir su mirada hacia el texto de Americanah, de Chimamanda Adichie, consultar artículos de publicaciones como Afroféminas o nuestros propios textos

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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