La receta del polvorón sin gluten perfecto

¿En qué se diferencia una casa con un miembro celíaco de una casa sin él? En que, a pesar de la buena intención y cuidado de los invitados celíacos, quizás no estemos acostumbrados a vigilar contaminación cruzada. ¿Qué hacemos, entonces, cuando nos invitan a comer fuera y no sabemos si han controlado esos utensilios de cocina en contacto con trigo, cebada o centeno? ¿O si ofrecen a nuestros hijos celíacos dulces típicos y no garantizan la ausencia de trazas?

Lo ideal sería consultar a nuestro anfitrión si puede cocinar primero el plato sin gluten -ya que la contaminación puede ser provocada por unas simples migas de pan en la mesa o una cuchara que haya removido previamente una salsa con harina de trigo o un horno donde se haya hecho pan previamente- y dejar ese plato separado del resto. Otra opción es comprar los dulces sin gluten y llevarlos a la cena como postre. Y finalmente tenemos la posibilidad -más barata- de la repostería casera, que además invita a participar a los menores celíacos en la cocina.

El Hospital Nisa Pardo de Aravaca organiza cada año talleres de repostería para celíacos que implican a padres e hijos. “Como pediatra soy consciente de lo difícil que es para un niño no poder comer lo mismo que los demás. Por eso organizamos este taller de repostería navideña sin gluten ”, explica la doctora María Jesús Pascual.

Dulces sin gluten

En este curso, dirigido por la repostera Cookita Tamara, las familias aprenden recetas como polvorones o marquesinas para celíacos. La idea es hacer entretenida y accesible la repostería, aunque la harina sin gluten presenta la dificultad añadida para lograr consistencia en el amasado y además se hornea más rápido que la masa con gluten, por lo que habrá que tener cuidado para evitar que los polvorones se quemen en el horno.

En casa de Sybille son cinco miembros y solo uno, su hijo Daniel de 11 años, es celíaco asíntomático y grado 3 de la Escala Marsh, que marca un alto deterioro intestinal. En el taller de repostería, la desesperación de Daniel era quitarse la masa pringosa de las manos para dar forma a su polvorón. En casa, su principal reivindicación es que alguien se acuerde de descongelar su pan sin gluten antes de comer. Refunfuña cuando sus padres y hermanas se pasan el pan sobre la mesa, para que no le caigan migas cerca. Pero sobre todo sabe que en estas fiestas tiene menos posibilidades de encontrar dulces para él. “Los productos sin gluten tienen un precio abusivo y es verdad que en mi hijo gasto dos o tres veces más para comprar lo mismo. Porque no vas a comprar unas galletas de chocolate para sus hermanas y para él no. Tienes que comprarlas sin gluten. Lo más difícil ha sido encontrar chocolatinas con formas navideñas sin gluten: todas presentan trazas”, describe Sybille.