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Responsabilidad social corporativa

La filantropía de las grandes fortunas

La asistencia social a desfavorecidos gana peso en las fundaciones de los principales empresarios españoles

Juan Roig, presidente de Marcadona, tiene dos fundaciones, una familiar y otra propia.
Juan Roig, presidente de Marcadona, tiene dos fundaciones, una familiar y otra propia.Mónica Torres
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Durante décadas las grandes familias empresariales (Botín, Juan March o María Cristina Masaveu) han primado en sus fundaciones particulares los programas culturales o científicos. Pero la virulencia de la crisis vivida en España desde 2008, con centenares de miles de familias sin un solo ingreso, ha acabado por alterar las prioridades y casi todas estas instituciones se han decantado hacia programas de ayuda directa a los colectivos más desfavorecidos.

Una de las fundaciones que ilustran este cambio es la de Amancio Ortega, creada en 2001. Si bien empezó trabajando en tareas educativas, se ha ido adentrando en programas sociales. “El 83% del gasto de nuestra fundación va al área social y solo el 17% a la educativa”. En 2014 la fundación del propietario de Inditex inauguró una nueva sede para la Institución Benéfico Social Padre Rubinos en A Coruña, con una inversión de 30 millones de euros. Además, dispone de comedor y habitaciones para transeúntes sin recursos, una residencia de mayores con 146 plazas y una escuela infantil con 100 plazas. Entre 2013 y 2015 ha destinado 15 millones de euros a la construcción de escuelas.

Sin embargo, la aportación más mediática de Ortega fue la entrega de una donación de 20 millones de euros a Cáritas. También la Fundación Botín, centrada en temas culturales y educativos, se ha ido decantando por lo social. “Desde hace seis años”, explica su portavoz, “tenemos el programa Talento Solidario, que ayuda a poner en marcha proyectos nuevos, buscando profesionales desem­pleados que los impulsen”. En esta línea está también la Fundación María José Jove, creada en 2003 por la familia del mismo nombre, dueña de Inveravante. Muy centrada en la educación, ha venido ampliando sus programas sociales. “Nuestros objetivos prioritarios son la infancia y la discapacidad en todas las edades”, indica la institución.

Las pioneras

Esther Koplowitz.
Esther Koplowitz.Óscar González

Las pioneras, sin embargo, las dos fundaciones que más han trabajado por estos colectivos, son las de las dos hermanas Koplowitz, Alicia y Esther, con un perfil muy similar: preocupación por la sanidad, la investigación médica y la ayuda a los desfavorecidos. La Fundación Alicia Koplowitz cuenta con cuatro hogares residenciales, “que han atendido a 350 niños”, dice, y también con un Centro de Intervención Social para adolescentes mayores de 18 años sin respaldo familiar. Esto, además del Centro de Esclerosis Múltiple de la Comunidad de Madrid Alicia Koplowitz.

También su hermana Esther despliega una fuerte actividad en residencias para personas de la tercera edad y asistencia psicosanitaria a menores, enfermos y discapacitados, algo que “se debe a que era un ámbito de la sociedad con mayor necesidad, al no estar atendido como otros”, señala la fundación, que ha construido tres residencias para mayores sin recursos y una cuarta para niños afectados de parálisis cerebral. Las dos hermanas colaboran, además, asiduamente, en proyectos puntuales, con decenas de asociaciones benéficas. Algo que, según Javier Nadal, presidente de la Asociación Española de Fundaciones, es habitual. “Muchas fundaciones, en lugar de organizar sus propios proyectos, prefieren colaborar con asociaciones especializadas. Resulta más efectivo”, indica.

Hasta 2008 las donaciones de los dueños de Zara, Santander o Inveravante se centraba en cultura y ciencia

Otra persona muy centrada en este tipo de acciones es Ana Gamazo, la esposa de Juan Abelló, a través de la Fundación Humanitaria AGH. A diferencia de las hermanas Koplowitz, que han basado su atención en España, Gamazo trabaja en el tercer mundo, con decenas de proyectos de salud, educación y medio ambiente en 16 países. Y la Fundación Roig Alfonso, de la familia valenciana del fundador de Mercadona, se ha especializado en la ayuda y promoción laboral de los discapacitados, a los que proporciona viviendas tuteladas, un centro ocupacional y centro especial de empleo.

Alicia Koplowitz.
Alicia Koplowitz.

La salud es otro de los temas prioritarios. Aquí las que más destacan son las dos hermanas Koplowitz. La aportación más importante de Esther fue la entrega del Centro de Investigación Biomédica Esther Koplowitz de Barcelona, en el que trabajan 350 científicos, pero también ha financiado varios proyectos del Hospital Clínico de Madrid (la donación del robot Da Vinci) y ayudado a construir el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra. Alicia está, a su vez, muy centrada en la investigación científica, relacionada con la salud mental de niños y adolescentes. Concede becas de formación avanzada en centros de referencia internacionales y ayudas a proyectos de investigación para investigadores españoles. También Amancio Ortega ha irrumpido en esta área con un importante proyecto, la compra de 25 aceleradores lineales en radioterapia oncológica para el sistema de salud de Andalucía, una inversión de 40 millones de euros. En 2015 había invertido 17 millones en aparatos de diagnóstico y tratamiento del cáncer en Galicia.

Salud y deporte

A la Fundación Botín le interesan igualmente los temas de sanidad. Según explican ahí, tiene un programa de Transferencia Tecnológica en Biomedicina “que está contribuyendo a convertir en riqueza económica y social los descubrimientos de algunos científicos”. La Fundación María José Jove firmó a su vez un convenio para la promoción y donación de órganos, ha puesto en marcha un banco de leche en un hospital de Santiago y creó una Unidad de Hospitalización de Onco-Pediatría y un Área de Rehabilitación Cardiaca Infantil, todo en Galicia.

Luego están los temas educativos. Han perdido cierto peso, pero siguen siendo vitales. De hecho, así el programa más popular de la Fundación Amancio Ortega es el de becas, que este año llevará a 500 jóvenes a estudiar el bachillerato en Norteamérica: la inversión, de dos millones de euros en 2014, subió a ocho este año. En la Rafael del Pino, “la principal línea de trabajo en 2015”, dicen, son sus programas de formación de dirigentes y emprendedores.

Un programa original, sin embargo, es el de la Fundación Trinidad Alonso, la institución filantrópica de Juan Roig sin su familia, y centrada en la irradiación del esfuerzo en la Comunidad Valenciana. Entre sus principales actividades están la promoción del deporte en colegios y universidades y el apoyo a los deportistas de la región para mejorar su desempeño.

Cuánto gastan

¿Están los filántropos españoles a la altura internacional? “Aún quedan muchos empresarios destacados que no tienen una fundación con fines filantrópicos”, reconoce Javier Nadal, presidente de la Asociación Española de Fundaciones, porque “la sociedad no acaba de valorar estas iniciativas”. Ello ha llevado a que muchas grandes fortunas hayan desistido de entrar en estas actividades o a que las mantengan en secreto a través de colaboraciones. Pero, en general, los presupuestos para la filantropía en España son más bien reducidos en comparación con países como Estados Unidos, donde algunos empresarios tienen fundaciones millonarias. Por ejemplo, Bill Gates, que acaba de anunciar la creación de un fondo dotado con 1.000 millones de dólares para energías limpias, o Mark Zuckerberg, que donó el 99% de sus acciones tras el nacimiento de su hija.

Entre las fundaciones españolas que más invierten está la Botín, con un presupuesto cercano a 35 millones de euros en 2015. La Amancio Ortega, que recibió una dotación de 60 millones de euros al nacer e invirtió 24 millones de euros el año pasado. Más modesto es el presupuesto de la Fundación Alicia Koplowitz, que asciende a 2,6 millones este año y a 2,7 millones el que viene. Por el contrario, la Rafael del Pino bajará de los 6,7 millones de 2015 a los 4,2 millones de euros de 2016.

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