“Es incompatible ser feminista y llevar velo”
Wassyla Tamzali, activista argelina por los derechos de las mujeres, critica la mirada "etnicizada" de Occidente al mundo musulmán
Tras el pelo blanco de Wassyla Tamzali, está la historia reciente de Argelia. Nació durante la colonización francesa en Bugía, una ciudad de la Cabilia, en 1941. Durante la Guerra de Independencia (1954-1962) su padre fue asesinado por un militante del Frente de Liberación Nacional. Creció con su madre (una española convertida al islam) como burguesa, francófona y laica rotundamente contraria al velo. Ejerció como periodista y abogada mientras iba desarrollando el que ha sido hasta ahora su principal ámbito de actuación: el activismo feminista. El mismo que vertebró sus 20 años en la UNESCO como directora del programa de derechos de las mujeres y sus diversos ensayos, de los que están traducidos al castellano El burka como excusa, Carta de una mujer indignada y Mi tierra argelina. En una charla con Planeta Futuro antes de participar en un foro en la Fundación Tres Culturas de Sevilla, Tamzali carga contra el feminismo islámico, que considera un oximorón; contra el código de familia de su país; contra la mirada occidental al islam.
"Llevar velo no es una elección, es un consentimiento", sentencia la activista y escritora. "El velo es uno de los primeros elementos que construye la feminidad siguiendo criterios patriarcales, sobre todo, y religiosos. El problema es que hoy en día no se debate sobre qué es el velo, sino sobre el derecho o no a llevarlo. Y es un signo absoluto de dominación". Pese a la rotundidad de su discurso, Tamzali admite que el hiyab es también un elemento de identidad que, en un contexto de creciente islamofobia, supone para muchas mujeres una reafirmación de su derecho a mostrarse publicamente como musulmanas. "Lo que estamos presenciando ahora en la población son las últimos etapas de la descolonización, la recuperación de la identidad. En poblaciones que han estado tan discriminadas y humilladas, el hecho de ir velada hoy es poder decir sin esconderse 'soy musulmán', como el judío que se pone la kipá", argumenta.
Ahora bien, matiza, una cosa es llevar hiyab y otra muy distinta considerarlo compatible con la lucha por la liberación de la mujer. "Yo no estoy en contra del velo, estoy en contra del discurso del velo. Si alguien lo lleva y asume su papel como mujer en la sociedad, yo no estoy en contra, porque asumo que no todas las mujeres abrazan el feminismo, que es un pensamiento político. Pero es absolutamente incompatible ser feminista y llevar el velo. Me opongo a que el velo sea una forma de liberar a la mujer. Y me enfado cuando escucho que no es un obstáculo para el feminismo, porque el feminismo es un pensamiento político que está basado precisamente en la liberación del cuerpo. Se puede ser militante a favor de los derechos de las mujeres, de la educación de las mujeres, pero no se puede ser feminista con el velo".
Tamzali considera por tanto un oximorón el feminismo islámico, un concepto que entró en el ámbito académico a mediados de los 90 y que bebe del Corán y la tradición musulmana para construir un modelo de emancipación femenina distinto al occidental. "El feminismo es la historia de la emancipación, la revolución del siglo XX, la emergencia de un individuo que se llama mujer. Antes había la madre, la esposa, la hija, la asistenta, la bailadora, la prostituta... Esa es la lucha feminista", resume.
Leyes discriminatorias
La autora de Mi tierra argelina viene denunciando desde hace décadas los elementos discriminatorios hacia la mujer que contiene el Código de Familia de su país, reformado en 2005 y cuya nueva revisión -aún sin concretar- ordenó el presidente Abdelaziz Buteflika en marzo de 2015. "En Argelia, una mujer no es jamás, en toda su vida, capaz de decidir sobre su matrimonio. Una mujer puede ser ministra, piloto de avión, pero no puede decidir casarse por sí misma aunque tenga 60 años. Además, hereda la mitad que el hombre, la poligamia es aún legal y un varón puede divorciarse sin aportar una sola razón, mientras que ellas tienen que aportar tres", enumera antes de concluir que "en Argelia las leyes sobre la mujer tienen un sustrato islamista". Estas limitaciones, dice, proceden más de un uso político y patriarcal del islam que de la religión en si misma. "El control de las mujeres ayuda a los regímenes autoritarios. Los hombres tienen poder sobre las mujeres y el poder tiene poder sobre los hombres", apunta.
Tamzali alaba la sociedad occidental por "no estar basada en la distinción de sexos", pero tampoco ahorra dardos contra ella por su incomprensión de la religión musulmana: "Los occidentales tienen una mirada sesgada del islam. Creo que el islam es un planeta desconocido para el pensamiento occidental. No lo entiende por una forma de racismo: Occidente piensa que el mundo árabe no funciona por el pensamiento".
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