El verdadero significado de oposición
El antagonismo, según los usos democráticos, se ejerce contra el Gobierno, buscando reemplazarle en el poder
Van pasando las semanas y las cosas de la política española siguen estando bastante confusas, fundamentalmente porque el Partido Socialista sigue estando aturdido y porque quienes temían que la oposición desapareciera prácticamente del Parlamento están teniendo razón. La oposición, según los usos democráticos, se ejerce contra el Gobierno, buscando reemplazarle en el poder. El PSOE se siente ahora obligado a garantizar la gobernabilidad y aunque en ese camino consigue negociar acuerdos importantes, como la subida del salario mínimo, la realidad es que no existe ningún plan para desalojar a Rajoy del Gobierno, pese a que, a día de hoy, cuenta con 134 escaños, una posición de franca minoría. Podría pensarse que la oposición ha quedado entonces depositada en manos del segundo grupo, Unidos Podemos, pero la práctica parlamentaria y la estrategia diseñada por Pablo Iglesias no cumplen, a todas luces, ese objetivo.
Como era previsible, es casi imposible que el PSOE desarrolle una labor de oposición política creíble sin tener un, o una, dirigente al frente del partido, capaz de encarnar ante la ciudadanía una alternativa posible. Pero no parece que los actuales dirigentes socialistas quieran dotarse de un nuevo secretario o secretaria general con rapidez. Más bien, desarrollan tácticas en sentido contrario porque, aunque el tiempo ayuda a aplacar el enfado de los militantes, molestos con la manera en la que se expulsó a Pedro Sánchez, las encuestas indican que la irritación es aún grande y que, todo lo más, se transforma en melancolía. Es decir, que entre quienes promovieron el cambio traumático del secretario general, no existe la menor certidumbre sobre lo que puede pasar en unas internas con un militante, un voto.
Obviamente, la gestora no puede ofrecer liderazgo, porque su labor está limitada estatutariamente a la convocatoria de un congreso y porque, para colmo, su presidente, Javier Fernández, lo es a la vez del Principado de Asturias, lo que le exige una dedicación constante. El resultado es que la única voz que se escucha, poco, es la de Mario Jiménez, parlamentario andaluz en cuyas manos está depositado el día a día del PSOE. La desairada posición en la que quedó Antonio Hernando, presidente del grupo parlamentario, no impide que pueda dirigir muy eficazmente las negociaciones con el PP, pero le invalida para convertirse en el gran defensor público de esa política.
Algunos sectores socialistas elucubran sobre la posibilidad de que exista un tercer candidato de compromiso, entre los seguidores de Pedro Sánchez y quienes le expulsaron, pero eso solo sería posible si los pesos pesados, como Susana Díaz, estuvieran de acuerdo. Una operación parecida fue precisamente la que dio origen a la elección del propio Sánchez, con los resultados ya conocidos. Un secretario, o secretaria general, elegido por voto directo, difícilmente deja después de apuntalar su propio poder interno. Muchos piensan que en condiciones similares a las del nombramiento de Sánchez, sería mucho mejor que la propia Susana Díaz asumiera el desafío. Ese es al menos el consejo de expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los grandes apoyos de la presidenta andaluza.
Mientras tanto, los seguidores de Pedro Sánchez, que quieren imprimir más rapidez al proceso, se preguntan por qué el exsecretario general no está más presente en el debate político. Comprenden que, si el congreso se retrasa, tendrá que acoplarse a ese ritmo, pero se inquietan también con la posibilidad de que Sánchez se enroque aún más con su equipo anterior, poco brillante, en lugar de abrirse a nuevas aportaciones.
Los seguidores de Sánchez se preguntan porqué el exsecretario general no estyá más presente
Resuelva como resuelva el PSOE sus problemas, parece que éstos siguen presentes con mucha fuerza. Y que los ciudadanos, que dejaron al PP en minoría en el Parlamento, siguen preguntándose si alguien está buscando una manera democrática de desalojarles del gobierno, o no.
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