Muebles que son una revolución cultural
Un mueble puede ser un mueble... o pasar a la historia como un icono. A sus 50 años, B&B Italia explica cómo es posible que ocurra lo segundo
El fotógrafo Oliviero Toscani (el mismo que firmaría las polémicas campañas publicitarias de Benetton en los años noventa) sorprendió en 1972 con unas imágenes de la musa de Andy Warhol, Donna Jordan, posando provocativamente sobre unos curiosos sillones.
Los sillones tenían un aspecto informe, casi inflado, y resultaban casi más audaces que la modelo, que para colmo salía con el pecho al aire. El mundo entero se preguntaba quién era esa mujer, pero también de dónde salían los sofás. Y la respuesta, por supuesto, estaba en Italia. En concreto, en Piero Ambrogio Busnelli, un empresario de las afueras de Milán que había fundado su firma de mobiliario, B&B Italia, en 1966.
Busnelli modernizó el sector con la tecnología del moldeo por inyección e introdujo una gestión eficiente para no caer en el típico error del diseño nacional: la farragosa gestión del todo queda en familia. También quiso revolucionar el diseño de muebles y, para ello, recurrió a creadores de todo el mundo para que idearan un asiento funcional y de rigor estético. Gaetano Pesce firmó la famosísima serie de butacas, mesas y lámparas de gomaespuma Up en 1969.
El sofá de Donna Jordan era una creación de Mario Bellini. Cuando hubo que diseñar la sede, contrató a los autores del museo Pompidou, Richard Rogers y Renzo Piano. Hoy en día, la española Patricia Urquiola o los británicos Barber & Osgerby garantizan que la casa siga teniendo muebles por los que pasar a la historia.
Pasados cinco décadas de su nacimiento, B&B Italia no es tanto un fabricante de mobiliario como un agente cultural en toda regla. ¿Le extraña? Acéptelo, los italianos siempre han estado hechos de otra pasta.
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