La acción humana y el calentamiento global ponen en riesgo la existencia de numerosas comunidades costeras
Una joven en edad escolar corre en busca de refugio cuando las olas del océano comienzan a inundar la aldea de Fuvemeh, en el sudeste de Ghana. Hasta 1993, esta aldea del sudeste de Ghana era una próspera comunidad de 2.500 habitantes que vivía de la pesca y de varias plantaciones de cocoteros situadas entre el océano y las casas. Pero en las últimas dos décadas, el cambio climático y otras actividades humanas han derivado en una mortal combinación de aumento de temperaturas, subida del nivel del mar y erosión costera. De manera gradual pero inexorable, el océano empezó a tragarse cientos de metros de costa, para después absorber los cocotales y la primera fila de casas.Matilde GattoniLos habitantes de la aldea de Fuvemeh caminan por el pueblo inundado. Los que vivían más cerca del mar comenzaron a demoler sus viviendas para reconstruirlas más lejos de la costa. Pero esta población ghanesa no es más que la cúspide de un problema mucho mayor que afecta a más de 7.000 kilómetros de costa en 13 países de África Occidental, desde Mauritania hasta Camerún.Matilde GattoniAlice Kwashi, de 68 años, posa en el exterior de su casa, en la aldea ghanesa de Blekusu. El océano ha destruido parte de su casa, la ha llenado de arena y ha contaminado su pozo de agua dulce con agua salada. La mujer ha levantado una pequeña barrera de tierra a la entrada de su vivienda para prevenir las inundaciones. "Cuando me acuesto, no sé si el mar vendrá y me llevará", relata.Matilde GattoniEn la isla ghanesa de Kpogbor solo queda un habitante, que aparece en la imagen ante unas barreras que ha construido para proteger lo que queda de su vivienda. El aumento del nivel del mar y la erosión de la costa han hecho que el resto de los habitantes abandone el islote.Matilde GattoniKomlan Setor (a la derecha), de 27 años, y Adjo Setor, de 25, junto a su hijo en su casa en la costa de Agbavi (Togo). Los bancos de peces se han agotado o movido y Komlan Setor tiene problemas para alimentar a su familia. Es pescador pero ahora dedica parte de su tiempo al a sastrería. Su casa está justo en la línea costera, y Komlan prevé que se verán obligados a abandonarla antes de seis meses.Matilde GattoniUn bosque de manglares de la región del río Volta, en Ghana, muy dañado por la acción del hombre. La tala de manglares para obtener leña ha acabado con una de las barreras naturales más efectivas para la protección de la costa, disparando la erosión en varias zonas de la misma.Matilde GattoniHabitantes de la ciudad costera de Agbavi (Togo), recogen agua de un pozo contaminado por el agua salada, del que ya no es seguro beber. Decenas de casas de esta localidad han quedado derruidas por el océano, obligando a realojar a la población local varias veces. Aunque la erosión lleva azotando esta costa desde los sesenta, el fenómeno se ha disparado desde 2012 por el cambio climático y la ampliación de un puerto cercano.Matilde GattoniUn árbol arrancado por la marea nocturna yace en la playa de Fuvemeh, en Ghana. Las olas arrasaron cinco metros de costa en apenas unas horas. Antes esta zona estaba llena de plantaciones de cocotales. Hoy es una estrecha franja en la que los pocos árboles que quedan son arrancados de raíz por la fuerza del océano.Matilde GattoniHabitantes de la aldea de Fuvemeh transportan los ladrillos de una casa que acaba de ser derruida por la marea alta. Intentan salvar la mayor cantidad de material posible para reconstruir la vivienda en una zona más segura y alejada del mar.Matilde GattoniEn Dzita (Ghana), dos chicas en edad escolar posan ante las ruinas de su colegio. Hace dos años la escuela primaria de la localidad perdió uno de sus cuatro edificios por la erosión costal durante la época de lluvias. Se quedaron sin cuatro aulas, forzando a la dirección a combinar los horarios de las clases para poder atender a los 670 estudiantes.Matilde GattoniEn las afueras de la población de Aneho (Togo), bidones llenos de gasolina se alinean en la costa. Como la pesca se ha vuelto una actividad poco ventajosa por los efectos del cambio climático en los bancos de peces, varios pescadores locales se han passado al contrabandismo de combustible, una ocupación muy lucrativa pero ilegal que consiste en traficar con gasolina de Nigeria a Benín y Togo por vía marítima.Matilde Gattoni