9 fotosVolver al País de las maravillas de la mano del pintor Pat AndreaLibros del Zorro Rojo publica la doble obra maestra de Lewis Carroll, en una versión para adultos ilustrada por el pintor holandés 12 nov 2016 - 00:06CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlace«Alicia recogió el abanico y los guantes y, como hacía mucho calor en la sala, se puso a abanicarse todo el tiempo que hablaba: «¡Dios mío, Dios mío! ¡Qué extraño es todo hoy! ¡Y ayer, en cambio, era todo normal! ¿Habré cambiado durante la noche?».«Al cabo de un rato, vieron a distancia a la Falsa Tortuga, muy triste y sola, sentada sobre una roca, y en cuanto se acercaron, Alicia la oyó suspirar —como si se le partiera el corazón— y la compadeció profundamente. —¿Cuál es su pena? —preguntó al Grifo». «Alicia empezó a contarles sus aventuras desde el momento en que vio por primera vez al Conejo Blanco. Al principio se sentía algo nerviosa, por tener a las dos bestias tan pegadas, una a cada lado, con sus bocas y ojos desmesuradamente abiertos; pero, a medida que avanzaba, fue cobrando valor».«Y ese es el estrado del jurado —pensó Alicia—, y esas doce criaturas —(si recurrió a tan vaga denominación fue porque había de todo, con predominio de pájaros y bestias)— serán los ponentes del jurado». «—¡Billetes, por favor! —dijo el inspector asomando la cabeza por la ventanilla. Cada cual, al instante, tendió su billete: los billetes eran más o menos del tamaño de la gente y se diría que casi llenaban el vagón». «Alicia se quedó callada durante uno o dos minutos, cavilando. Mientras tanto, el Mosquito se entretenía zumbando y revoloteando por su cabeza». «¿Qué le importaba entonces que los juncos, desde el instante mismo en que los había arrancado, empezaran a ajarse y a perder parte de su aroma y su belleza? Sí, ¡ya se sabe!, hasta los juncos realmente olorosos duran tan poco…».«Alicia seguía sacudiéndola y la Reina, entretanto, se hacía aún más pequeña… y más gorda… y más suave…y más redonda… y…».«Alicia se puso a rebuscar entre las piezas de ajedrez hasta que dio con la Reina Roja: se arrodilló luego sobre la alfombra, y colocó a Mino y a la Reina frente a frente. —¡Bien, Mino! —exclamó batiendo palmas, con aire de triunfo—. ¡Confiesa lo de tu transformación en Reina!».