El pan nuestro de cada día
Peleas organizadas de adolescentes con abundantes espectadores, también adolescentes; y no solo a puñetazos, sino también a patadas. Desapariciones de personas de las que se habla durante meses, con detalles que no deberían importar a nadie acerca de intimidades familiares. Asesinatos múltiples rodeados de circunstancias macabras. Declaraciones de amigos, vecinos y familiares. Concentraciones de personas con pancartas y carteles. Infames crímenes y malos tratos machistas, todos miserables y algunos de ellos realmente terroríficos. Y un estudio de televisión, un presentador y media docena de comentaristas que emiten toda clase de comentarios y opiniones sobre tales sucesos. Y así, una vez y otra, a veces durante horas. Este es el material del que se nutren algunas cadenas (incluidas las públicas) que nos deleitan con su notoriamente mejorable programación. Es el pan nuestro de cada día.— Ángel Villegas Bravo. Madrid.