Por la boca muere el pez… y algún africano, por la palabra
Autor invitado: Omer Freixa
La verborragia es una condición humana y algunos políticos abusan de la misma. Ejemplos abundan. Los hay provenientes de algunos países africanos. La calumnia es muy visible y en estos días el debate presidencial en los Estados Unidos la está mostrando a flor de piel. Hay mucha tela para cortar. Bastante revuelo causó la actitud del presidente filipino Rodrigo Duterte quien, no contento con insultar a su par norteamericano, se comparó con Hitler y su intención de aniquilar drogadictos, como el Fuhrer lo hiciera en el pasado con la población judía, según argumentó Duterte. En general, revisando el historial de los excesos verbales se aprecia una acusada ausencia de frases de mandatarios de países africanos entre las famosas y bochornosas de líderes del mundo, y también en videos compilatorios de circulación on line. Entonces, haciendo labor de archivo y esquivando noticias falsas y tendenciosas de la web, un trabajo hercúleo considerando la proliferación excesiva de información y sitios de dudosa veracidad, a continuación una recopilación de algunas de las frases más escandalosas e icónicas de ex mandatarios recientes o actuales en diversos países africanos.
Los más duraderos en el poder
Comenzando por líderes que ocupan el poder en el África subsahariana en forma prolongada, de dudosas credenciales democráticas o inexistentes, y, atentos a caracteres poco diplomáticos y más de las veces coléricos, Teodoro Obiang Nguema resulta buen ejemplo. Llegó al poder en 1979 en esta ex colonia española tras un golpe de Estado por el cual derrocó y mandó a ejecutar a su tío, Macías Nguema. Obiang ha tenido bastantes deslices, pero uno memorable fue a raíz de una visita en 1992 de una delegación de Amnistía Internacional, cuando el país estuvo en la mira por atropello a los Derechos Humanos y las informaciones que se difundieron sobre la existencia de numerosos presos políticos. A los miembros del citado cuerpo el líder guineoecuatoriano les preguntó: “¿Qué tiene que ver la democracia con los derechos humanos?”. En un país en el que las rentas estatales nadan bajo el manantial de la riqueza petrolera, pero más de la mitad de la población vive con menos de u$s 2 diarios, el presidente cínicamente preguntó: “¿Habéis oído una queja sería de la población por falta de agua potable?”. Paul Biya, de Camerún, también parece ser eterno y lleva gobernando esta ex colonia francesa desde 1982. A fines de febrero de 2008, en un contexto social agitado, donde los jóvenes salieron a las calles a gritar su malestar y manifestar el descontento con el gobierno, Biya buscó responsables e indicó que los sometería a la ley. Agregó una observación muy curiosa, al explicar que los agitadores estaban manipulados por “Aprendices de brujo, en las sombras”.
El controvertido Robert Mugabe, el mandatario más anciano de todo el continente y que tiene un arsenal de estas frases, coqueteó con el poder desde 1980 en Zimbabwe y en 1987 logró ser Primer Ministro. Hoy en día es un presidente muy controvertido por el manejo de la política interna y también por su actitud pro-africana y nacionalista, de rechazo a lo occidental en general, especialmente todo lo que connote visos de neocolonialismo. Su idealismo lo ha posicionado en el centro de la controversia. En este último sentido, llegó a decir: “El único hombre blanco en el que puedes confiar es un hombre blanco muerto”. Se trata de un líder excéntrico, que gusta de ensalzarse y que también dijo ser igual a Hitler por buscar lo mejor para su pueblo. En febrero de 2012 llamó la atención al compararse con Cristo. “He muerto muchas veces, y por eso he vencido a Cristo. Cristo murió una vez y resucitó sólo una vez”, disparó. En otro plano, sin miedo a pleitos bilaterales y ante denuncias de corrupción en su país, arremetió contra Nigeria, en 2014. En esta ocasión reflexionó: “¿Somos como Nigeria, en donde tienes que meter mano en tu bolsillo para lograr que algo se concrete?”. Irónicamente, en el ranking de Transparencia Internacional el país objeto de su ataque se encontraba en una ligera mejor posición que el suyo.
De los reseñados en este acápite el gambiano Yahya Jammeh es el que menos tiempo lleva en el gobierno de su país, desde 1994. Un dictador sin escrúpulo, muy conocidos han sido sus ataques contra la comunidad gay, pero a finales de 2011 refirió su deseo de entronizarse en el poder, intención que hasta ahora lleva casi a la perfección en un régimen brutal e implacable contra la oposición. “Voy a proveer al pueblo de Gambia y si tengo que gobernar este país por mil millones de años, lo haré, si Alá así lo dice”, declaró a finales de 2011. El dictador del país más pequeño de África fue noticia en 2007 cuando sorprendió por haberse promovido como curador del Sida. Tema sensible, y particularmente en África subsahariana, muy castigada por esta pandemia. De los casi 37 millones de infectados en el mundo por el virus, 25,5 millones habitan esa gran región africana. De esta última cifra, 19 millones residen en el este y sur del continente, según datos de este año del Programa sobre Sida de Naciones Unidas (ONUSIDA).
Capítulo homofobia
El ataque contra los gays en varios países africanos constituye tema aparte. En un continente de cuyos 55 países solo 19 admiten la homosexualidad legal, mientras 35 (de 76 en el mundo) la consideran ilegal, se han generado varias reacciones desde el poder. Quienes han dado la nota y fueron los más resonantes respecto a opiniones emitidas en contra de la homosexualidad son tres mandatarios: Mugabe, Jammeh y Yoweri Museveni, de Uganda. El ugandés, en el poder desde 1986, en el contexto de sanción de una dura ley anti-gay (que preveía penas de prisión perpetua, por ejemplo), en febrero de 2014 (que medio año después fuera derogada), fue contundente contra la comunidad LGBT. “El exhibicionismo de la conducta homosexual debe ser castigado porque, en esta parte del mundo, está prohibido en público mostrar cualquier conducta sexual, incluso para heterosexuales. Si besara a, desde hace 41 años, mi esposa, en público, perdería la próxima elección en Uganda”. En ese contexto virulento, la portada de un diario muy popular anunció en su interior el listado de los 200 gays más prominentes de la nación. La homosexualidad en este país de los Grandes Lagos africanos continúa siendo ilegal al día de hoy y el régimen de Kampala continúa en la mira de la comunidad internacional en este aspecto.
Mugabe fue más lejos y en la 70ª Asamblea de Naciones Unidas, en septiembre de 2015, ante el mundo protestó: “¡No somos gays! No nos impongan valores”. En el mismo año arremetió contra Obama a quien criticó por defender el matrimonio entre los del mismo sexo y mostrar simpatía por la causa. Entonces, ácida ironía mediante, remató el nonagenario dirigente: “Si fuera necesario viajaría a Washington, me pondría de rodillas y le pediría su mano”. Sin disimular su desagrado, en 2013 había dicho: “Si la Iglesia tacha a los homosexuales como una abominación, los hombres que participen en estas prácticas merecen ser castrados”. Esta repudiable indicación guarda similitud con la alarmante declaración de Jammeh de febrero de 2014: “Combatiremos contra estas alimañas llamadas homosexuales y gays de la misma manera que luchamos contra los mosquitos de la malaria, si no de una forma aún más agresiva”. No fue una novedad, en mayo de 2008 instó a todo homosexual a que se retirase del país o, caso contrario, a ser pasible de decapitación. En noviembre de 2014 hubo avanzado con un proyecto para condenar a prisión perpetua a aquel culpable de un acto gay.
Más lenguas de fuego
Otro gobernante de los que estuvieron mucho tiempo en el poder, para abandonarlo junto a su vida, es el libio Muammar Gaddafi, desde 1969 a 2011. Las mal llamadas “Primaveras Árabes” le llegaron a este excéntrico mandatario que resistió hasta el último minuto. De esto estaba convencido puesto que el 1º de marzo de 2011 declaró en un reportaje a la cadena británica BBC: “Todo mi pueblo me ama. Ellos morirían para protegerme”. Meses más tarde, jaqueado su régimen y peligrando su vida, en un arrebato misógino indicó que su pueblo continuaría en la lucha puesto que homologó la rendición con cosas de mujeres. El autor del Libro Verde, enamorado de su propio régimen, en Nueva York, ante un nutrido auditorio de la Universidad de Columbia, superó el nivel de lo razonable y declaró en marzo de 2008: “No hay ningún Estado democrático en todo el planeta, excepto Libia”. El líder libio no sospechaba que menos de cuatro años más tarde todo se terminaría.
En la principal nación petrolera de África, Nigeria, el presidente electo desde mayo del año pasado y en la década de 1980 gobernante de facto, Muhammadu Buhari, se bate contra una coyuntura, la peor en 20 años, marcada por una franca recesión en un país altamente dependiente del crudo, además de asumir la responsabilidad en lidiar frente a otros temas como sabotajes frecuentes en la actividad petrolera en el delta del Níger, o el accionar despiadado de Boko Haram (principalmente) en el noreste. Hace pocos días fue noticia cuando, molesto ante la crítica de su esposa, en Berlín, le comentó a la canciller alemana, Angela Merkel, que el lugar de su cónyuge es la cocina. En lo económico con el precio internacional del petróleo a la baja y una crisis global en el sector, el mandatario de la nación más poblada del continente, en su campaña presidencial de 2015, entre sus promesas habló de estabilizar el precio global del crudo. Tal vez su aspiración pecara de exceso de ambición porque, en efecto, hasta el precio local se derrumbó en los primeros meses de su gestión. Por último, en mayo de 2012, el actual presidente indicó que el Gobierno Federal era el peor Boko Haram, acusando sobre todo a quien meses más tarde sería su contrincante en el camino presidencial, el entonces jefe de Estado Goodluck Jonathan, con quien Buhari había perdido en las elecciones de 2011.
Ghana, la primera colonia de África subsahariana en independizarse y un país hoy democrático y estable, cuenta en este inventario. La gran libertad de prensa, al entender del presidente John Mahama, llevó a decirle que en esa tierra la gente lo culpaba hasta de sus problemas maritales. Ocurrió el 24 de mayo de 2016, en relación a las acusaciones de corrupción tras los escándalos de los Panama Papers, que lo ligaron a la tenencia de más de u$s 10.000 millones en concepto de inversiones, cuentas off shore y propiedades en Medio y el Lejano Oriente. Otro presidente envuelto en fuertes acusaciones de corrupción es Jacob Zuma, de Sudáfrica, quien preside desde 2009. Un año antes, como uno de los referentes del partido gobernante desde el fin del Apartheid, el African National Congress (ANC), indicó que su partido gobernaría el país hasta “el retorno de Jesús”, apreciación que volvió a repetir en julio de este año. Mientras tanto, el ANC pierde credibilidad y atraviesa un momento crítico en una Sudáfrica en la que aun pervive, en determinados aspectos, la huella del sistema racial oprobioso del pasado.
Lo expuesto son algunos de los retazos de cólera o exceso verbal de los mandatarios de los países de un continente tan variopinto como es África.
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