_
_
_
_

Usar el mal gusto como provocación y sorpresa

Los Crocs se suben a la pasarela en versión lujo siguiendo una tendencia de calzado diferente al que se apuntan Prada y Versace

Detalle las Crocs Fashion de Christopher Kane.
Detalle las Crocs Fashion de Christopher Kane.

Esta temporada, el mal gusto es la nueva consigna. Después de que las sandalias Birkenstock lograran convertirse en zapato de moda —tras la ardua tarea de diseñadores, editores y estilistas para convertir en algo cool la imagen de los turistas que las lucían con calcetines—, el próximo verano le llega el turno a las Crocs. Estos ligeros zuecos de plástico, que nacieron en la cubierta de un barco en el año 2002, hacen la competencia a las chanclas Hawaianas al mismo tiempo que horrorizan a los amantes del calzado de cuero. Amados y odiados a partes iguales, Christopher Kane, que colaboraba con la marca, los subió en versión lujosa a la pasarela londinense el pasado septiembre. Con un estampado marmóreo y decoradas con piedras preciosas de colores, no convencieron a muchos al mismo tiempo que en las redes sociales se abría el debate “Crocs sí, Crocs no”.

Más información
Crocs, el cuento de hadas de una sandalia fea
La gala Met 2017 ya tiene temática: la arquitecta Rei Kawakubo
La fiebre de los zapatos

El diseñador, algo sorprendido con las reacciones adversas que provocó, declaró a WWD que él las vestía encantado en su tiempo libre y añadió en su defensa: “A mí me gustan mucho (…) Y realmente no me importa lo que piense la gente. No creo que nadie tenga derecho a decir qué es lo que está bien y lo que está mal, a menos que sean Dios”. Una encuesta de Vogue tras el desfile en Twitter reveló que un 70% de los participantes nunca llevarían unas Crocs, aunque un 10% declaró que lo harían si fueran las de Kane. El diseñador inglés tiene la capacidad de transformar inspiraciones de lo ordinario para convertirlas en objetos de deseo y lujo. No es el único. La hornada de diseñadores conformada por Phoebe Philo, J.W.Anderson, Vètements o Jacquemus utilizan el mal gusto como un elemento de provocación y sorpresa. Para ello escarban en las grietas de lo políticamente correcto, en los márgenes, en las subculturas nacidas en Internet, en los barrios de extrarradio a ver si encuentran eso que logre refrescar la vista y generar algún tipo de reacción.

La comisaria del Fashion Institute of Technology de Nueva York reflexionaba en un ensayo de Alexander Fury para Showstudio sobre la fealdad como punto de partida creativo: “Allá donde tengas diseñadores que estén explorando algo que sea significantemente nuevo, en un primer momento eso parecerá extraño y posiblemente feo". Gareth Pugh, Rick Owens y los diseñadores japoneses como Yohji Yamamoto o Rei Kawakubo son otros nombres que de forma habitual desafían las nociones convencionales de lo que es y debe ser bonito. “Creo que la belleza está en todas partes. Yo puedo apreciar belleza en aquello que la gente normal puede percibir como algo feo”, había declarado Alexander McQueen. Aunque si hay una reina de lo feo esa es Miuccia Prada: “La fealdad es atractiva, la fealdad es excitante. Quizá porque es algo más nuevo. La investigación de lo feo es, para mí, más interesante que la idea burguesa de la belleza. ¿Por qué? Porque la fealdad es humana”. La diseñadora italiana, que ya presentó una versión sofisticada de las sandalias técnicas de suela de goma y tiras de lona para verano de 2014, ve ahora cómo dos años después llegan a la calle y se convierten en tendencia.

Detalle las hawaianas con plataforma y atadas al tobillo de Versace.
Detalle las hawaianas con plataforma y atadas al tobillo de Versace.

No ha sido el único calzado disruptivo de la temporada. Hood by Air sorprendía en Nueva York con su bota de cowboy imposible: con doble puntera, el absurdo que planteaba resultaba altamente perturbador. Aunque es probable que veamos más Crocs que botas de doble punta el próximo verano, resulta indiscutible la extraña y pasmosa capacidad que la moda tiene de transformar nuestros gustos y opiniones. “Nunca digas nunca” es el lema favorito de aquellos que saben que pueden acabar adorando aquello que hace cuatro temporadas aborrecían. Lo nuevo sigue siendo el motor de la moda y así gravita del maximalismo al minimalismo, de lo futurista a lo retro y de lo bello a lo feo.

Miuccia Prada en la última Semana de la Moda de París.
Miuccia Prada en la última Semana de la Moda de París.AFP/Getty Images

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_