El PSOE desbloquea
Con su decisión los socialistas muestran su gran sentido de Estado
La resolución adoptada ayer por el comité federal del PSOE fijando como posición la abstención cara a una investidura de Mariano Rajoy permite vislumbrar el fin de la situación de interinidad que España vive desde que se disolvieran las Cortes en octubre de 2015. A tan solo ocho días de que España se viera abocada a la celebración de unas terceras elecciones generales, un hecho sin precedentes en ninguna democracia, el PSOE ha actuado con un sentido de Estado encomiable.
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Sin duda que para cualquier socialista, abstenerse ante un Mariano Rajoy que no ha hecho nada para merecerlo, tiene que ser una decisión desgarradora; de ahí que sea exigible el máximo respeto hacia los que han preconizado la abstención y condenable el intento de deslegitimarlos con acusaciones de seguidismo al PP o traición a las ideas del PSOE.
Hay que alabar que esta difícil decisión se haya tomado de forma tan respetuosa tanto con las personas como con los procedimientos establecidos en los estatutos del partido. Se prueba así que, al contrario de lo difundo interesadamente estos días, ni en el PSOE ha habido un “golpe de Estado” ni el partido está intervenido por oscuros intereses extraños a él sino funcionando de acuerdo con sus estatutos hasta el próximo congreso bajo una gestora presidida por Javier Fernández y el soporte del comité federal.
Visto el desbordamiento de las tensiones en las últimas semanas, es esperable que el modo y manera en el que se ha adoptado esta decisión permita abrir la vía para restaurar la unidad, alejando la perspectiva de una fractura. Aquellos que han acudido al comité federal para defender su posición, legítima, pero han salido derrotados, deberían conceder la misma legitimidad a los ganadores y acatar y secundar lo decidido, como hubieran exigido en el caso de ser ellos los ganadores. Lo contrario, además de pervertir los procedimientos democráticos del partido, supondría profundizar un conflicto que no haría sino debilitarlo aún más.
A restaurar la unidad debería ayudar la claridad del resultado de ayer. Los 139 votos a favor y 96 en contra suponen, tras la dimisión de la ejecutiva y el rechazo de la propuesta de congreso extraordinario el pasado 2 de octubre, la tercera derrota consecutiva que sufren los planteamientos del ex secretario general Pedro Sánchez y los partidarios de votar “no” al PP aunque eso supusiera ir a elecciones en diciembre.
Es evidente que el clima enrarecido y el dramatismo de lo vivido estos días podría haberse evitado si los socialistas hubieran tomado esta decisión en diciembre pasado una vez asumidos sus pésimos resultados electorales, o posteriormente, en junio, tras otra derrota histórica. Pero una vez más, como quedara patente en el caso del referéndum de la OTAN, la abdicación del rey Juan Carlos I o la política antiterrorista, son los socialistas los que muestran que tienen más sentido de Estado que un PP, pese a su retórica patriótica, muy proclive al ventajismo. Superado este trance, los socialistas deben comenzar ahora a pensar en cómo ejercer la oposición al Partido Popular para estar pronto en condiciones de ser su alternativa.
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