Sí, necesitamos una sociedad feminista
He preguntado a un par de amigos que han visto el libro en mi mochila que en qué pensaban si les decía "no es país para coños". Uno ha contestado "Arabia Saudí", el otro "cualquier país de África". Y llevan razón, pero España, y a pesar de la idea generalizada de que la mujer ya ha ocupado el sitio que le corresponde, sigue siendo machista. El 12,5% de las mujeres han sufrido violencia física o sexual de sus parejas, solo el 19,09% de las alcaldías son ocupadas por mujeres y el porcentaje baja a un 8,57% en cargos de presidencia de las grandes compañías; estos son solo algunos de los datos en la marea de indicadores que reflejan la necesidad de una sociedad feminista
Diana López Varela llega, congestionada, a las nueve de una mañana fresca de octubre. Es menuda y el primer encontronazo con ella es franco. Un “esto es lo que hay”. Abraza el café con leche con ambas manos, y sonríe sin pudor. Y habla sin pudor. Y escribe sin pudor. Lo último, No es país para coños. Sobre la necesidad de una sociedad feminista (Ediciones Península, 2016). Un ensayo a todos los efectos que contrarresta con vehemencia –y estadísticas, y documentación, e investigaciones- la percepción de que las mujeres, en España, ya lo tienen casi todo hecho.
Ensayo más feminismo quizás suene denso, y la autora lo apunta: “Tal vez leer autoras feministas no parezca fácil, pero por eso está escrito como está, con humor. Porque con humor, como dicen, se puede hablar hasta de la muerte”. Mucha experiencia personal y líneas ácidas coladas en el costumbrismo español (y viñetas geniales) para hablar de la puta regla, de los treinta años y la soltería, del y tú ¿a quién se la has chupado?, del piensa feminista y follarás mejor o del no morimos, nos matan. Mucha información ordenada por capítulos que son un dibujo de la complejidad de un país en el que las cifras siguen apuntando hacia unas idas y venidas en los avances por la igualdad. En cualquiera de los sentidos.
Nació en Pontevedra en el 86 y hace cuatro años abrió Mi coño, un blog que hablaba de su día a día y que nació de un cabreo enlazado con otro. “Descubrí de repente que yo, que nunca me había considerado feminista, lo era y que otras personas se dirigen a mí como tal”. La perspectiva entonces cambia: “Empieza a ser una actitud política, cuando te pones las gafas moradas empiezas a cuestionarte un montón de cosas, de la industria, relaciones de pareja, deseos de la maternidad, situaciones que antes tolerabas con hombres y que ahora no pasas ni de coña, sexualidad. Empiezas a ver en todas partes el maltrato a la mujer”.
Cuida. Protege. Atiende
También ese es el punto de partida para mirarse a una misma de otra. Después de un mordisco a un sándwich, Diana se pregunta en voz alta cuántas veces habremos dicho sí cuando en realidad era no, cuántas veces no hemos sido del todo libres. “Muchas. En el sexo, nos parece que una vez que hemos entrado, ya no podemos escapar de esa cama”. Error. Error garrafal. Se pueden coger los trastos y la puerta en cualquier momento.
Esa tendencia a “cumplir” parece inundar cada paso de la vida de una mujer: cumplir como hermana —en caso de tener hermanos—, como hija, como novia, como mejor amiga, como madre, como esposa. Cuida. Protege. Atiende. “Nos hemos olvidado de nosotras mismas, en la historia somos la ONG de la humanidad. Ya está bien”. Sí, quizás 21 siglos hayan sido suficientes.
Lo importante VS Lo urgente
"Lo más urgente es parar la sangría de mujeres, hay una violación cada siete horas y un asesinato oficial a la semana, más los feminicidios no íntimos, y para mí una sociedad sana o que se cree sana no puede ver, impasible, como mueren mujeres cada semana. Una. Y otra. Y otra más. Y la violencia sexual… que una pandilla quede para violar... Esos son los hijos sanos del patriarcado.
Y lo más importante es un plan de igualdad a largo plazo, tanto en la educación como en la administración pública. Una educación transversal".
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