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Porque lo digo yo
Columna
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Taxi a Brexit

La semana pasada estuve en Londres. Solo podía pensar en si habrían votado a favor o en contra del Brexit

Theresa May el 5 de octubre en Birmingham (Inglaterra).
Theresa May el 5 de octubre en Birmingham (Inglaterra).Carl Court (Getty Images)
Xavi Sancho

La semana pasada estuve en Londres. Horas después de aterrizar, y tras haber interactuado con varios indígenas, noté algo raro. Solo podía pensar en si habrían votado a favor o en contra del Brexit. Todo iba bien mientras esto pasaba en ese lugar aburrido aunque acogedor que es mi cabeza. Pero entonces, una fuerza extraña me impulsó a preguntarle a un taxista qué pensaba de Theresa May.

“Es fantástica”, dijo. “¿Por qué?”, inquirí, dirigiéndome a un lugar inhóspito del que no iba a saber volver. “Es fuerte”, sentenció. Entonces —Dios y Tony Blair deben saber por qué—, me enfadé: “Es una política, no un portero de discoteca, no entiendo por qué ser fuerte es una virtud en su caso”.

“Usted me ha preguntado y yo le he dicho lo que pienso”, informó ese indiscutible votante del Brexit que jamás dejaría que un polaco pusiera sus continentales manos sobre su averiada caldera.

Me acordé entonces de aquella teoría que dice que las personas se pueden clasificar según sus temas de conversación más habituales: las inteligentes hablan de ideas; las mundanas debaten sobre acontecimientos, y las idiotas solo hablan de otras personas. Inmediatamente, para que no se me pudiera confundir con un intelectual elitista cuyo pasatiempo es alienar a la clase obrera con sus memeces, le dije al taxista: “Es cierto, May es fuerte. ¿Y qué me dice de esos zapatos tan bonitos que lleva?”.

Se hizo un silencio gélido que convirtió definitivamente Belgravia en el barrio de Moscú en el que lleva años mutando.

“Ni idea”, dijo al fin el hombre, “no soy gay”.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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