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Tentaciones

Trump vs Clinton: ¿Cómo sería un debate 'a la americana' en España?

Ayer se celebró el encuentro electoral más esperado entre los dos candidatos a la presidencia de EE UU. Repasamos los hitos marcados por el evento, la campaña en general y los trasladamos a España en un interesante ejercicio de política ficción

Enrique Alpañés

Las campañas electorales se parecen a las caídas: son mucho más divertidas cuando las sufre otro. Por ello vamos a aprovechar este extraño periódo de tiempo en el que no tenemos ninguna en España (de momento) para analizar la estadounidense, y aprender, quizá de cara a unas terceras elecciones, qué es lo que hace que la suya sea mucho más entretenida. Con la resaca del debate entre Hillary Clinton y Donald Trump hemos decidido analizar cómo sería una campaña española si se hiciera a la americana:

Los debates tendrían una audiencia brutalCalculan que el debate de anoche congregó a 100 millones de espectadores frente al televisor, una audiencia sólo comparable a las marcadas por eventos como la Super Bowl. ¿Se imaginan un debate electoral que generara tanto interés en un nuestro país como la final de la Eurocopa o el Eurovisión de Rosa de España? Pues eso.

La campaña, en general, sería más divertida

España es un país en el que el aburrimiento se considera prácticamente un sinónimo de seriedad. Esto es especialmente acusado en la política, donde los esfuerzos de los candidatos por parecer aburridamente administrativos a lo largo de los años han sido titánicos. La 2 podría sustuir sus famosos documentales de animales por entrevistas con Rajoy sin alterar en absoluto los ritmos de siesta de los españoles. Esta tendencia solo ha sido corregida en los últimos años en eso que se ha venido a llamar “la nueva política”. Aún así el resultado sigue estando lejos del estadounidense, quizá no tanto por los políticos sino por la falta de figuras como Jimmy Fallon -lo más similar por estos lares sería Pablo Motos- o shows como Los Simpsons, que han entrado de lleno en la campaña. Al primero le hemos visto a despeinar la famosa melena de Trump y a Hillary Clinton enfrentarse a su imitadora en Saturday Night Live. Aquí hemos visto a Rajoy jugando al futbolín con Bertín Osborne.

Empezaríamos a hablar de la salud de los candidatos Puede que en estas elecciones el debate sobre el estado de salud de Trump y Clinton haya cobrado una especial relevancia a raíz de la neumonía de esta última, pero en EE.UU. este siempre ha sido un tema de campaña. Los candidatos no están obligados a presentar su historial médico por ley y de hecho, muchos han rehusado hacerlo en los últimos tiempos, pero el tema se entiende como un lícito campo de batalla electoral. Piensen en Fraga, AKA 'El incombustible Don Manuel', que continuó en política hasta que contaba con 88 años (uno antes de morir) sin más cambio que el del bastón por la silla de ruedas.

Nos preocuparía más el pasado (empresarial) de un político que su futuro (empresarial)

Donald Trump no tiene ninguna experiencia en política, su pasado está en el mundo de la empresa (y de la televisión) lo que le da un aire de hombre hecho a sí mismo, un candidato que sabe gestionar una empresa y que por lo tanto sabría gestionar un país. De hecho Clinton dedicó parte de sus intervenciones de anoche a desmontar la figura de empresario de éxito que se ha granjeado Trump. Sin entrar en lo errado de esta conclusión (no es lo mismo una empresa que un país) traslademos el ejemplo a España. Aquí el debate es precisamente el contrario, nuestros políticos raramente tienen experiencia profesional, más allá de su vida en política y su bagaje en la empresa privada empieza a despegar una vez han dejado el poder. Las famosas puertas giratorias, vaya.

Los candidatos se prepararían a fondo el debateNo es que aquí no lo hagan, pero en EE.UU. llevan la preparación hasta límites insospechados. El debate de ayer fue un buen ejemplo. Varios medios aseguraron que el equipo de campaña de Clinton había llegado a contactar con Tony Schwartz,  autor del libro más famoso de Trump, El arte de la negociación, para buscar los puntos débiles del candidato.

Así lo pareció. Clinton recuperó un tuit del magnate de 2012 en el que ponía en duda la realidad del cambio climático asegurando que era un cuento chino. Literalmente. El tuit se convirtió rapidamente en el más viral de la noche, a pesar de su antigüedad... Sin embargo en España somos más de rescatar  el "Vaya paliza me están dando..." de Pedro Sanchez.

Los partidos tendrían eslóganes más pegadizos

Reconozcámoslo, en esto los estadounidenses nos superan por goleada. Si hace unos años el Yes we can de Obama tuvo repercusión más allá de EE.UU. (el eslogan ha sido traducido y coreado en manifestaciones de toda índole desde entonces) el make America great again que no se cansó de repetir anoche Trump está teniendo un impacto similar en el electorado. Ahora analicemos los mensajes de campaña de los partidos políticos españoles. En las últimas elecciones, el PP aburrió con un mensaje tan vacío de contenido como su ”A favor”, mientras que el PSOE no hacía algo precisamente revolucionario con su frase “Un sí por el cambio”. “Tiempo de acuerdo, tiempo de cambio”, repetían los de Ciudadanos, demostrando que la nueva política puede sonar tan rancia como la antigua. Aún así la palma se la llevó Podemos con el eslogan “La sonrisa de un país”.

Igual nos olvidábamos de los cartelitos y los gráficos

El debate de anoche estuvo tan encorsetado como los que se hacen en España, con tiempos tasados para los candidatos según el tema y la pregunta. Pero ellos supieron crear la ficción de que todo era muy natural. Se dirigieron a la cámara en sus interlocuciones, se llamaron el uno al otro por el nombre (algo que aquí se ha empezado a hacer en los últimos debates) y sobre todo, dejaron un poco de lado los cartelitos y gráficos en los que se suelen apoyar los candidatos españoles, (a veces restan agilidad y solo sirven para afilar el ingenio de los tuiteros) para reforzar sus argumentos.

Pero no todo serían mejoras…

Donald Trump ha convertido toda la campaña, más que en un show, en un circo. Y en uno bastante grotesco. Solo desde esa perspectiva se pueden entender movimientos tan absurdos y crueles como el amenazar con invitar al debate a Gennifer Flowers, una mujer que, se rumoreó, habría tenido una relación extramatrimonial con Bill Clinton, (expresidente y esposo de la candidata demócrata). Al final el republicano no cumplió su amenaza, pero el simple hecho de proponerlo es algo totalmente impensable en una campaña como la española. (Menos mal)

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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