Plan Frontera Sur
Aplausos a México por velar la seguridad de los migrantes. Aplausos a Peña Nieto por dejar que el país se convierta en las puertas de bienvenida a Trumplandia
Poco después de que en Estados Unidos se declarara la “crisis migratoria”, en julio del 2014, y tras una reunión entre el presidente Obama y el presidente Peña Nieto, México declaró el Plan Frontera Sur. Pero hasta hace apenas unas semanas, no se supo mayor detalle sobre las medidas exactas que este proponía, ni se sabía mucho de sus primeras consecuencias.
El discurso del Gobierno para justificar el Plan es que México tiene que salvaguardar la seguridad y proteger los derechos de migrantes. La realidad es que, desde que se declaró dicho Plan, México no ha hecho más que deportar masivamente a migrantes que, por ley migratoria, en muchos casos tendrían derecho al asilo político tanto en México como en EE UU. El objetivo del Plan consiste en frenar la migración de centroamericanos a través de México, antes de que puedan llegar a la frontera del norte. El Departamento de Estado de EE UU le ha pagado a México decenas de millones de dólares para esto y, bajo Peña Nieto —el niño mejor portado, mejor peinado y más siniestro del salón—, México también ha invertido millones y entregado resultados: sólo en el año fiscal de 2016, México deportó a 23.000 migrantes más de los que deportó EE UU.
Algunas medidas concretas del Plan, sobre todo implementadas a lo largo de las rutas de los trenes conocidos conjuntamente como La Bestia, a bordo de los cuales viajaban alrededor de medio millón de migrantes al año, son drones, brigadas de seguridad privada, sistemas de geolocalización y cámaras de vigilancia en los trenes y puntos estratégicos; construcción de bardas y equipos de alarma y movimiento alrededor de las vías; y los ya conocidos Grupos Beta que bajo el disfraz de “ayuda humanitaria” denuncian a los migrantes.
Desde que el Gobierno tomó control de La Bestia, se han tenido que buscar nuevas rutas. Ahora hay rutas marítimas que comienzan en las costas de Chiapas, en las que los migrantes viajan con coyotes a bordo de balsas y embarcaciones precarias. Conocemos las historias del Mediterráneo, ese gran “cementerio marino”. Nos podemos imaginar, entonces, lo que ocurrirá en los próximos años, bajo las enormes olas del océano Pacífico.
Aplausos a México por velar la seguridad de los migrantes. Aplausos a Peña Nieto por dejar que el país se convierta en las puertas de bienvenida a Trumplandia. Aplausos al Plan Frontera Sur, el nuevo videojuego de realidad aumentada, donde gana el gañán que caza más migrantes.
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