Delpozo se afianza como una marca global
Josep Font añade fantasía a la Semana de la Moda de Nueva York
Josep Font no entiende la moda sin desafíos. Para él cada colección de Delpozo implica un emocionante reto creativo con el que superarse. En esta ocasión “transmitir la idea de luz, de transparencia a través de los tejidos y los colores sin hacerlo de forma evidente no ha sido fácil”, reflexiona el diseñador. El camino de la colección lo han trazado las obras de la jovencísima escultora coreana Soo Sunny Park y el célebre pintor valenciano Joaquín Sorolla, que fue muy querido en Estados Unidos. Dos inspiraciones dispares que han llevado al diseñador a enfrascarse en el uso de telas de textura iridiscente, algo que lo ha tenido trabajando a contrarreloj. “Hay un importante cambio de tejidos. Cuando tienes poco tiempo, hacer cosas nuevas es complicado, porque te encuentras con sorpresas. Pero aquí estamos”, explicaba en la víspera del desfile.
Ayer, en una soleada nave al lado del río Hudson, las modelos descubrían el resultado de meses de trabajo en una colección que seduce por su ligereza y apuesta por el blanco sin dejar de lado una paleta de colores escogidos con mucho mimo: fucsia, naranjas, amarillos y un tejido a cuadros de un naranja y amarillo vibrante ofrecían el contrapunto. El diseñador sigue trabajando con una mirada arquitectónica los volúmenes, espectaculares pero no pesados, en camisas y faldas que desafían los límites de la gravedad. Está especialmente orgulloso de los volúmenes en las mangas en forma de cala: “Parecen fáciles pero ha costado mucho llegar a ellas. Era importante que fueran diferentes, tuvieran movimiento y que al girar el brazo se vieran bonitas”.
Traducir evocadoras imágenes en prendas bellas y cómodas es una de las máximas obsesiones de Font para Delpozo. La fórmula está funcionando muy bien y la marca española afianza su expansión en un hito sin precedentes. Font explica que la tienda de Londres está teniendo muy buena respuesta y que ultiman la apertura de un nuevo y exclusivo espacio en Moscú. El diseñador no puede esconder su entusiasmo: “Vender en las mejores tiendas del mundo, en esas que has admirado toda la vida, es un sueño. Es algo muy importante para nosotros y también para el mercado español”. Y el sueño sigue: a la pregunta de si Nueva York continua siendo el marco adecuado para sus presentaciones responde: “Sí, pero no estamos cerrados a un futuro en París”. Volver a la capital de la moda es algo que siempre ha planeado en el aire y parece, que ahora, está más cerca que nunca.
Michael Kors
Una hora antes en Spring Studios, el mediático Michael Kors sorprendía a la concurrida audiencia con una banda sonora de excepción. Rufus Wainwright cantaba en directo mientras se desgranaba una propuesta muy retro que traducía a un lenguaje para todos los públicos algunas ideas procedentes del circuito indie. Vestidos setenteros estampados con margaritas y con incrustaciones se combinaban con jerséis y camisas extra-grandes que ocultaban las manos por debajo de las mangas. El lenguaje de lo cool también hizo acto de presencia la noche anterior. Stuart Vevers hacía desfilar a su pandilla de chicas en un espectacular escenario que replicaba un desguace de coches. El diseñador inglés bucea en la contracultura americana para revitalizar la popular firma y afianzar una base de compradoras fieles. Cazadoras llenas de flecos y parches y garabatos emulando el háztelo tu mismo, vestidos de florecillas semitransparentes y plataformas que apuntan a la generación selfie hacían las delicias de la primera fila.
Mientras algunas marcas como Michael Kors, Coach o Alexander Wang abrazan las últimas tecnologías y ponen sus ojos en los compradores más jóvenes con colecciones donde el estilismo juega un papel importante y las prendas se diseñan desde la fotogenia y el deseo instantáneo, otras firmas, como The Row, Narciso Rodríguez o María Cornejo se alejan de ellas con una propuesta mucho más reposada e introspectiva.
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