¿Educación en funciones?

Comienza el curso escolar con muchas incógnitas. En la enseñanza primaria, secundaria y bachillerato, con la ley Wert a medio hacer y a medio aplicar, en unas comunidades sí, en otras no. ¿Habrá reválida? ¿Será externa, como debería ser, o será un simulacro hecho por los propios centros? ¿Habrá una prueba que sustituya a la Selectividad? A los docentes nos preguntan y no tenemos ni idea, porque nadie nos ha informado. El ministerio debe andar “en funciones”. Pero el curso echa a andar y no se puede utilizar a los alumnos como conejillos de indias para experimentos. En la Universidad no andamos mucho mejor con los sacrosantos grados y másteres de Bolonia, que aquí hemos adoptado al pie de la letra. Está resultando un fiasco, pero ¿a quién le importa? Entre recortes, Gobiernos en funciones y absoluto desinterés por la educación entre los políticos, llevamos camino de convertir la enseñanza pública en un recurso al alcance de todos, sí, pero sin la calidad necesaria para abrirse paso en un mundo tan difícil como el que vivimos. Al final todo es cuestión de dinero. Esto solo se arregla con un cambio del sistema educativo, desde la base hasta lo más alto, primando el criterio de excelencia y dotándolo de los medios necesarios para hacer la tarea del docente digna. Por ahora, el único aspecto positivo con el que cuenta el sistema es el profesorado. Gracias a él aún no se ha hundido.— Ángeles Ezama Gil. Zaragoza.