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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los sioux se levantan contra un oleoducto

Seguramente la obra sea necesaria para mucha gente, pero no puede hacerse sin tener en cuenta la letra pequeña de la historia, la de los perdedores

José Andrés Rojo
Protesta por la construcción de un oleoducto junto la reserva sioux de Dakota del Norte.
Protesta por la construcción de un oleoducto junto la reserva sioux de Dakota del Norte.ANDREW CULLEN (REUTERS)

Los sioux de la tribu Standing Rock de Dakota del Norte llevan cinco meses protestando contra la construcción del oleoducto que cruza el norte de Estados Unidos. Va a pasar por unas tierras donde los sioux vivían, donde cazaban y pescaban, donde morían. Las arrasará y puede destruir también zonas de las que obtienen el agua de la que viven. Hace tiempo que esos lugares legalmente no les pertenecen, ya que los arrinconaron en reservas, y ahí los tienen. Esta vez, y a falta de caballos, se han subido en unas excavadoras y las han llenado de pancartas.

Tras el alboroto montado por los sioux, el juez ha ordenado parar la construcción del tramo que pretendía conectar a finales de año Dakota del Norte, epicentro del fracking, con Illinois. Los sioux sostienen que el proyecto vulnera leyes federales de protección histórica. La empresa, Energy Transfer Partners, con sede en Texas, sostiene que están tomando precauciones para no dañar los lugares ancestrales de aquellas tribus que un día gobernaron esos parajes imponentes.

Un episodio más de un antiguo conflicto. El ángel de la historia está empujando para que un reciente logro técnico que ha dado extraordinarios resultados, el fracking, pueda avanzar impertérrito hasta imponerse y jugar sus bazas: más trabajo, más energía, más bienestar para todos. Y, de pronto, en mitad del camino aparecen un puñado de indios que reclaman respeto por sus lugares sagrados y que anuncian que lucharán por el agua que les da la vida.

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“No vamos a dejar que unos pocos indios ladrones y andrajosos frenen y detengan el progreso”, escribió en el siglo XIX el general Grant. “Tenemos que actuar con ánimo serio y vengativo contra los sioux, incluso hasta lograr su exterminio: hombres, mujeres y niños”. Lo tenía claro, y así terminó sucediendo (o casi: sobrevivieron unos cuantos). ¿Quién iba a ponerle el menor freno al progreso entonces, quién iba a chistar ante un futuro que se preveía radiante?

Ahora sabemos que hay un problema: el medio ambiente. Obama ha sido sensible a sus exigencias y en noviembre no permitió que se construyera, por razones ambientales, el megaoleoducto KeystoneXL, que iba a ir desde Canadá hasta el Golfo de México, pasando por... Dakota del Norte.

Los sioux han conseguido parar el otro oleoducto. Como ocurre en cada conflicto habrá razones legítimas de la empresa, y también tendrán su parte de razón esos legendarios indios cuya vida giraba en torno al búfalo y que creían que en unas colinas de esas zonas del norte de Estados Unidos se encontraba El Corazón de Todo lo Existente. Lo que toca ahora es poner en una mesa a quienes andan sacándole partido al fracking con El Corazón de Todo lo Existente. Es importantísimo que se pongan de acuerdo. Seguramente, ese oleoducto es necesario para mucha gente, pero no puede hacerse sin tener en cuenta la letra pequeña de la historia, la de los perdedores. Y los sioux perdieron, pero ahí están.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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