Pactar o resignarse
Ya que a los partidos no parece gustarle lo que hemos votado los ciudadanos y tratan, pertinaz e impunemente, de obligarnos a cambiar el voto, pediría que, antes de convocarnos por tercera vez en menos de un año, no se preocuparan tanto por la fecha sino por cambiar las reglas constitucionales de la investidura para equipararla con la que ya funciona en otras instituciones representativas. Esto es: un mes después de constituidas las Cámaras se someterían a votación de investidura las distintas candidaturas que se promovieran por quienes hubieran obtenido como mínimo una quinta parte de escaños o votos. Tras la exposición de los respectivos programas, los diputados votarían a una u otra y el candidato que obtuviera más apoyos sería investido presidente. Con esta fórmula no solo ahorraríamos tiempo y evitaríamos la intervención en este proceso del jefe del Estado, sino que los partidos se verían obligados a pactar o a resignarse, sin contar, como ahora, con una puerta abierta a nuevas elecciones. Sería como una segunda vuelta, solo que ejercida por los representantes del pueblo.— María Teresa Caravaca de Juan. Sevilla.
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