Prevenir y curar
En la inversión social, las politicas preventivas ahorrarían recursos a medio plazo y harían más competitiva a la economía
Tras décadas de críticas al Estado de bienestar y para afrontar sus nuevos retos, desde principios de los 2000 se extendió en Europa el llamado “Estado orientado a la inversión social”, de inspiración escandinava, que sería una síntesis de políticas preventivas y políticas reparadoras o redistributivas; una mezcla del Más Vale Prevenir de Sánchez Ocaña y de la vieja divisa de Robin Hood. Los datos que ya tenemos sobre su eficacia deberían ser tenidos en cuenta si se desea reforzar nuestro sistema de bienestar.
La idea de la inversión social es que junto a las políticas redistributivas y paliativas tradicionales son necesarias también políticas preventivas. La atención a la infancia, la formación a lo largo de la vida, las políticas activas de empleo, las políticas a favor de las mujeres y la promoción del envejecimiento activo evitarían tener que reparar situaciones de vulnerabilidad ligadas a la falta de capacidades, al desempleo, la dependencia económica, la niñez o la vejez. Prevenir así ahorraría recursos a medio plazo y haría más competitiva a la economía.
Los datos dicen que las políticas preventivas han mejorado la tasa de empleo y la femenina en particular, así como la fecundidad, sin comprometer las cuentas públicas. Pero los análisis muestran que la crisis y el énfasis obsesivo en el coste del bienestar, más que en sus ventajas sociales y económicas han provocado que algunos países se hayan centrado en ciertas políticas preventivas, como la activación, recortando el resto. Esta versión sesgada de la inversión social es incapaz de reducir la pobreza que ya está instalada. Según los análisis, para ser realmente eficaces, las políticas preventivas requieren que la calidad del empleo se mantenga y que existan sólidos programas redistributivos.
En España, algunas políticas del Más Vale Prevenir implantadas con Zapatero se han visto muy afectadas durante la crisis y otras, como las activas de empleo, continúan siendo insuficientes. Del lado Hood, la capacidad de las que distribuyen entre ricos y pobres, como la fiscalidad o la educación, ha mermado significativamente y seguimos sin un sistema suficiente de garantía de ingresos para los más vulnerables. Por ahora, poco Sánchez Ocaña y poco Robin Hood.
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