No solo autoprotección

Todos los crímenes de género se deberían poder evitar, pero el tiroteo de una mujer por su expareja hace pocos días en Zaragoza se ha convertido en un caso paradigmático de todo lo que aún puede fallar. La víctima había acudido dos días antes a la policía para comunicar la situación de peligro en la que estaba y salió sin hacer denuncia ni que se pusiera en marcha ningún protocolo de protección. El caso se va a investigar, pero pone en evidencia que, 12 años después de aprobarse la ley contra la violencia de género que convirtió a España en un modelo a seguir por impulsar el registro, penas específicas y concienciación sobre estos crímenes, aún hay un enorme camino que recorrer: social, policial y judicial.

En este sentido, el Gobierno ha puesto en marcha estos días un nuevo Protocolo de Valoración Policial, en vigor desde el miércoles, que instruye y obliga a la policía a hacer una evaluación detallada y personalizada de los riesgos de la mujer. El plan establece medidas de autoprotección para recomendar según el nivel de riesgo de la mujer, desde el consejo de recibir cursos de autodefensa a la designación de una habitación del pánico en la que refugiarse en caso de agresión. El protocolo recomienda también practicar algunas respuestas en caso de riesgo con los menores, desde establecer un lugar seguro fuera de casa a cómo llamar a la policía en secreto.

Es un avance importante que incorpora reformas legales recientes, pero esta lucha es una carrera de fondo que debe implicar recursos para atender los casos de forma personalizada, formación para saber realizarlos bien y coordinación con servicios sociales, sanitarios y colegios. La conciencia en la autoprotección es importante, pero la violencia de género en situaciones de dominio implica muchas veces que la propia víctima perdona o minusvalora a su agresor. Cualquier actuación policial debe partir de este hecho para detectar el peligro más allá de la autoprotección.