La hora de refrescarse
Una piscina de Sichuan se llena de personas que procuran como sea combatir los inmensos rigores del calor
¿Quién aparece en la imagen? Unos cuantos chinos. ¿Qué hacen? Se han metido al agua. ¿Le llama algo la atención? Que lleven flotadores. Cierto, son prudentes, temen ahogarse. Tal vez se trate, sin embargo, de una estratagema para evitar que entre más gente a la piscina; igual se han puesto flotador para no chocar con el vecino, para establecer una distancia, para respirar un poco.
Nada nuevo bajo el sol: en China hay muchos chinos. Y, por tanto, tiene una lógica aplastante que esa piscina de Sichuan se haya llenado (¡con la que está cayendo!). El caso es que son un montón: cualquier cifra referida al gigante asiático produce mareo.
Por rebobinar un poco. A finales de los años cincuenta, Mao Zedong puso en marcha El Gran Salto Adelante. Tenía un plan: incrementar la producción rural para fomentar, así, el crecimiento industrial. El lema que propuso —“más, con mayor rapidez, mejor, más barato”— revelaba a las claras su afán de forzar la máquina al máximo. Las cosas no salieron bien y el resultado fue catastrófico. Entre 1959 y 1962 murieron 20 millones de personas.
Respire hondo y no se maree: 20 millones en tres años. Por referirse a otro momento, y poder así comparar: la Revolución Cultural de los años sesenta (otra de esas iniciativas ambiciosas) produjo tres millones de víctimas.
Todo esto tiene, efectivamente, poco que ver con esa multitud que se ha metido, con flotador, a refrescarse un poco en esa piscina de Sichuan. Pero no está de más acordarse de lo mucho que sufrieron los chinos durante el siglo XX.
Es muy posible que a alguno de los ancianos que todavía sobreviven, y que pasaron por algunos de los peores momentos de la construcción del comunismo, lo que sobre todo les llame la atención de esta imagen sea el colorido.
Hubo largas épocas en que los chinos se vistieron con monos de un único color. No había margen para variación alguna, todo respondía a los mismos patrones. Eso ya forma parte de la historia, pero al contemplar ese estallido de color en una piscina de Sichuan no es difícil que vuelva a la memoria la triste monotonía de aquellos tiempos. Solo así puede celebrarse tanta aglomeración.
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