El drama interminable
Ha ocurrido otra vez. Aparecen en los medios datos del desempleo o de cualquier estudio relacionado con el mercado laboral y comienza un ritual tan típicamente español como incomprensible. Todos nos asombramos y escandalizamos con las estadísticas como si fuera la primera vez que las viéramos, como si no se tratara de un problema que arrastramos desde hace varias décadas.
Y mañana todo seguirá igual, empresas ofreciendo contratos por horas o descartando candidatos por ser demasiado jóvenes o demasiado mayores. Talento que se marchitará o se verá obligado a emigrar sin remedio. No somos capaces de cambiar… ¿O sí?— Abraham Camacho Martínez. A Coruña.
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