Niza
Ante una masacre gratuita, el ansia de venganza es una respuesta humana


La muerte, en sí misma, supone una atrocidad incomprensible. La ferocidad de las muertes violentas las hace todavía más dolorosas. Y el azar incrementa exponencialmente el horror. Ante una masacre gratuita, el ansia de venganza es una respuesta humana que forma parte, incluso, del imprescindible proceso del duelo. Pero el sufrimiento no debería estorbar a la razón. Es indiscutible que lo que pasó en Niza es un atentado terrorista. Un vehículo que arrolla a una multitud desprevenida que disfruta de un día de fiesta, sólo busca provocar terror. Da igual que la reivindicación del atentado sea auténtica o pura propaganda oportunista. Sin banderas, sin siglas, Mohamed Lahouaiej y su camión bastaron para sembrar el mismo pánico que suelen cosechar los francotiradores y los suicidas que detonan un cinturón de explosivos. Pero el hecho de que actuara por un impulso, en solitario, ni más ni menos que Micah Johnson cuando decidió salir de su casa para matar a unos cuantos policías blancos en Dallas hace unos días, debería tenerse en cuenta. Y no sólo por el odio que vincula a dos asesinos que no parecen tener otra cosa en común, sino por el efecto que esta coincidencia pueda desarrollar en el futuro. Lahouaiej ha enseñado al mundo entero cuánto daño puede hacer un simple camión de alquiler. Inmediatamente después, Hollande prometió intensificar los bombardeos en Siria y en Irak para vengar a sus víctimas. Es una respuesta humana, que forma parte del duelo inevitable, pero no me parece la mejor. En Occidente no las veremos, pero las imágenes de los civiles muertos en esos bombardeos, convertirán al asesino de Niza en un héroe. Y tal vez, ojalá no, incrementará la cifra de los camiones que se alquilen en cualquier país.
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