Disparar al pianista
Las encuestas no son proféticas, sino expresivas, manifiestan una ‘promesa de comportamiento’ que podrá realizarse o no
Según la lógica de Guillermo de Ockham, “es vano hacer con más lo que puede hacerse con menos”. Es decir, la explicación más sencilla suele ser la más probable. Este ha sido uno de los principios más fecundos en el análisis lógico y puede aplicarse también a lo que ha sucedido con las encuestas durante las pasadas elecciones.
No hay que darle muchas vueltas, toda encuesta no hace otra cosa más que reflejar el estado de la opinión pública en un momento determinado. No son proféticas, sino expresivas, manifiestan de modo especular una “promesa de comportamiento” que podrá realizarse o no dependiendo, y esto es lo importante, del impacto que ella misma tenga sobre los electores. Como sabe todo científico social, el que algo se haga público tiene después un efecto reflexivo sobre la forma en la que la sociedad reacciona a la manera en que es descrita, influye sobre la comprensión que las personas tienen de la realidad política y social. Presuponer que las encuestas “se han equivocado” significa ignorar esta reflexividad.
Vayamos al caso que nos atañe. A la vista de los resultados electorales está claro que el peligro que las encuestas detectaban de un posible pacto de izquierdas liderado por Podemos produjo una amplia movilización de los votantes del PP. Muchos de ellos probablemente hubieran votado por Ciudadanos —o por el PSOE— si las encuestas les hubieran colocado como los más capaces de hacer frente a la “amenaza”. Por otro lado, todos sabemos que Podemos atesoraba la mayor cantidad de votos entre las clases medias-altas y altas, que no serían precisamente las más beneficiadas por un gobierno podemita. Una cosa es colocarles holgadamente en el Parlamento y otra es que gobiernen. A la vista del resultado anticipado, muchos de ellos quizá optaron por la abstención.
Otro tanto cabe decir de los jóvenes que apoyan a Podemos, más relajados ante las buenas expectativas, y menos presionados para ir a votar. Aparte de los outsiders de IU, incómodos por la relegación de su partido como mera confluencia e impulsados a una “abstención protesta”. Si este apretado análisis es cierto, paradójicamente fueron las encuestas mismas las que impidieron su realización. No disparen al pianista. @MariamMartinezB
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