“¡Ha sido él!”
Varios lectores de EL PAÍS analizan el fracaso de Podemos y de Ciudadanos en cartas al director
Ganó el menos malo, aquel que ha sabido aprovechar la fragmentación electoral y arrogancia de algunos emergentes que, antes de asaltar el cielo, se han dado de bruces con el suelo aun yendo en coalición. Tenemos lo que nos merecemos, y pensar que el futuro de España pasa por excluir a un partido con una clientela tan fiel de votantes es vivir instalados en el reino de la fantasía, máxime cuando desde el bloque de izquierdas no son capaces de aparcar diferencias en aras de un proyecto común.— Daniel García Delicado. Albacete.
Como ciudadano socialdemócrata no afiliado a ningún partido he de darle las gracias a Pablo Iglesias por no permitir un gobierno de centroizquierda hace unos meses que hubiera paralizado la LOMCE, la ley “mordaza”, y otras lindezas con las que nos ha obsequiado el PP en los pasados cuatro años. Su afán de poder nos va a permitir “disfrutar” de otros cuatro años del señor Rajoy, así como ver la desaparición de IU. Por todo ello le reitero las gracias.— Fernando Benito Nistal. Madrid.
No hay nada malo en ser votante de derechas, todo lo contrario. La existencia de distintas formas de pensar enriquece a una sociedad y entiendo que una persona conservadora se niegue a cambiar radicalmente el sentido de su voto. Pero el 20-D y el 26-J, los votantes de esa ideología no se quedaban huérfanos, tenían otra opción: un partido joven, moderno, y “limpio”. Hubiera aceptado con total normalidad democrática que Ciudadanos ganara las elecciones. Pero la inmensa mayoría de esos votantes han preferido a un partido con un currículum bochornoso. Ninguna encuesta auguraba el buen resultado que iba a obtener el PP porque parte de sus electores se avergüenza de expresar el sentido de su voto. Los votantes de derechas han perdido la oportunidad de decir: “soy de derechas y con mi voto he ayudado a regenerar la vida política española”. En lugar de ello, han avalado, y son cómplices, de una forma de hacer política basada en la corrupción, la mentira y la conspiración. Le han dado un voto de confianza a un presidente cuya manera de resolver los problemas es esconderse, no hacer nada y dejar que pase el tiempo.— Javier Pinteño Ros. Granada.
Ya parece clara la fagocitación de IU. Su apuesta por unirse a Podemos era demostrar que, con ellos, la Unión iba a ser un éxito. Pero su apuesta ha fallado. Si Unidos sale lo mismo, ¿qué se ha conseguido? Pues la desaparición de un partido interesante. Nunca he votado a IU ni compartido muchas de sus premisas, pero se ganaron un respeto. Ahora IU para Podemos es algo prescindible, vale vamos juntos pero di lo que quieras que a mí me da igual. Alberto Garzón ha perdido la apuesta y quizás ha hecho desaparecer un partido. Si para Iglesias en diciembre IU era un partido de gente acomodada e insulsa para luego en junio parecerlos unos buenos aliados, ¿qué serán ahora que no les aportan nada? Creo que merece más la pena mantener la integridad que las apuestas atrevidas. Nunca confíes en quien primero te insulta y luego te acoge como si nada.— Carlos Niño Pérez. Burgos.
Como votante de la formación que lidera Albert Rivera, creo tener derecho a opinar —y discrepar— sobre las declaraciones que éste viene haciendo en relación a los apoyos que pudiera pedir Rajoy si decide aceptar el encargo que, previsiblemente, le encargue el Rey para intentar formar Gobierno. Tanto una abstención, como negarle los apoyos en una investidura pueden ser razonables —aunque entiendo que, en tiempos de crisis como la actual, lo más sensato sería la generosidad—, lo que no me parece aceptable es vetar a Rajoy, como tampoco entendería que el líder del Partido Popular pidiera la retirada de Albert Rivera.— José L. Pérez López. Valladolid.
¡Ha sido él! Es la típica frase que los niños utilizan cuando algo se rompe. Desgraciadamente, como persona de izquierdas, es lo que vengo escuchando desde hace demasiado tiempo. Ni PSOE ni Podemos y su conglomerado de siglas, y más ahora Izquierda Unida, pueden justificar su debacle en las recientes elecciones. Sus dirigentes y sus respectivos equipos no han sabido ni querido articular una propuesta común capaz de superar los oscuros años de legislatura Popular, trufada de corrupción, recortes esenciales tanto sociales como políticos, mala gestión con dolorosa mención a la emigración de nuestros jóvenes, falta de atención a nuestros mayores, a nuestros dependientes, una tributación fiscal libre de amnistías, etc. Nunca lo habían tenido mejor para cambiar la situación y no han sido capaces de hacerlo. Me avergüenzan, tanto los nuevos como los viejos. No han estado a la altura de la historia. Seguiré defendiendo mis ideas para conseguir un mundo mejor y más justo, lamentablemente, a pesar de ellos.— Arturo Bonet García. Valencia.
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