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bid para De Mamas & De Papas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Eres un padre permisivo o controlador? Depende de tu entorno

En entornos desiguales, los más educados están más ansiosos y tienden a llevar a sus hijos a actividades que aumenten sus posibilidades

Un padre con su hija a la entrada del colegio.
Un padre con su hija a la entrada del colegio. Samuel Sánchez

Utilizar números ayuda a entender la dimensión de un problema. Un artículo reciente de El País contaba que menos de 100 personas controlan la misma cantidad de riqueza que los 3.500 millones más pobres del planeta.

Creado en 1959, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es la principal fuente de financiación multilateral de América Latina y el Caribe. Tiene como miembros a 48 países, 2.000 empleados y su principal misión es reducir la pobreza en la región a través del apoyo de proyectos de desarrollo económico, social e institucional, en forma de préstamos, donaciones y asistencia técnica. Su sede central está en Washington.

Y hablando de desigualdad, en otro interesante artículo publicado recientemente, leí sobre cómo este factor es en realidad uno de los principales determinantes del estilo de crianza de los padres. Siempre había creído que algunos padres son más relajados o más estrictos dependiendo de sus personalidades, sin embargo, parece que el contexto socioeconómico juega un rol mucho más importante de los que creemos.

En economías o entornos donde la desigualdad es alta, las probabilidades de ser extremadamente rico o extremadamente pobre son más altas que en economías más igualitarias, donde hay más personas con ingresos similares.

Según este estudio, los padres se relajan más y son más permisivos en entornos de baja desigualdad, donde las posibilidades de terminar mendigando en las calles o siendo multimillonarios son bajas.

Por el contrario, en entornos más desiguales (donde los retornos a mayores niveles de educación y esfuerzo son más altos) los padres, particularmente los más educados, están más ansiosos y tienden a llevar a sus hijos a todo tipo de actividades que aumenten sus posibilidades de éxito en el mercado laboral en el futuro. La realidad es que los padres con un estilo de crianza más estricto o controlador sienten que pueden influir en qué lugar de la distribución de los ingresos caerá su hijo en el futuro.

En su artículo, los autores definen tres estilos de crianza.

El primero es el estilo relajado o permisivo, en el que padres y madre se dejan a sus hijos elegir libremente sus actividades según sus inclinaciones naturales...

El segundo es el estilo autoritario leve, que es aquel en el que el padre o madre trata de moldear las preferencias de sus hijos con el objetivo de inducir decisiones que ven como propicias para el éxito futuro, como en el caso de los denominados “hiper-padres”.

Por último, estaría el estilo autoritario alto, en el que los padres restringen directamente las opciones de sus niños, es decir, les imponen directamente sus preferencias en lugar de intentar moldear a sus niños como en el estilo autoritario leve.

Los autores de este estudio argumentan que la tendencia histórica en los estilos de crianza muestra que ha habido una disminución del estilo autoritario debido al incremento en los retornos económicos a la independencia. De hecho, datos de EE UU muestran que por ejemplo en la época de la postguerra, que fue justamente un período caracterizado por una menor desigualdad económica, se registró un estilo de crianza más relajado y permisivo.

Sin embargo, a medida que las brechas entre ricos y pobres aumentaron nuevamente en EE UU y el resto del mundo, los estilos de crianza volvieron a ser más autoritarios e intrusivos. Hoy, a pesar de que los padres estadounidenses ahora trabajan más horas que en el pasado, las horas que dedican al cuidado de sus hijos ha aumentado enormemente desde la década de 1980. Además, existen datos que sugieren que son justamente los padres pobres o más vulnerables económicamente los que muestran actitudes más hostiles e intrusivas con sus hijos, tal y como en las sociedades ancestrales.

Si las actitudes, creencias y preferencias en cuanto a la crianza dependen de la desigualdad del entorno donde se vive, no es sorprendente entonces que los niveles de desarrollo infantil también presenten gradientes socioeconómicos más pronunciados en sociedades altamente desiguales.

Los datos son muy claros en cuanto que el desarrollo cognitivo de niños y niñas en sus primeros años de vida definirán sus oportunidades económicas en el futuro. Desgraciadamente, ahora vemos que la desigualdad económica también influye en el estilo de crianza reforzando este efecto desigualador para los más pequeños.

 Florencia Lopez-Boo es economista senior en protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

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