Almendros, coraje y mujeres de Gaza
Por Enrique Mestre, Comité Internacional de Cruz Roja.
Segunda entrega de las historias e imágenes de mujeres recogidas por la fotógrafa palestinaSamar Abu Elouf. ¿Qué significa ser mujer en Gaza hoy? En algunas de las imágenes, las mujeres llevan una guirnalda de ramas de almendro sobre la cabeza: un símbolo del coraje, de la primavera que llega tras el invierno.
Salwa Srour Fadel. Propietaria de un jardín de infancia, conductora de un autobús escolar.
Empecé a conducir el autobús hace cuatro años, porque los padres de los niños se quejaban de los chóferes que contrataba. Así que compré un autobús y comencé a recoger a los niños yo misma. Al principio era difícil, porque la gente se sorprendía. Me miraban fijamente o levantaban las cejas, pero yo no hacía caso y seguía conduciendo mi autobús. Los hombres palestinos a veces parecen tercos y aparentan no comprender, pero la verdad es que siempre me ayudan y muestran su apoyo. Como yo era la única mujer que conducía un autobús en Gaza, me dejaban saltarme la cola para comprar gasóleo, por respeto, porque soy mujer.
Empecé a conducir el autobús hace cuatro años, porque los padres de los niños se quejaban de los chóferes que contrataba. Así que compré un autobús y comencé a recoger a los niños yo misma. Al principio era difícil, porque la gente se sorprendía. Me miraban fijamente o levantaban las cejas, pero yo no hacía caso y seguía conduciendo mi autobús. Los hombres palestinos a veces parecen tercos y aparentan no comprender, pero la verdad es que siempre me ayudan y muestran su apoyo. Como yo era la única mujer que conducía un autobús en Gaza, me dejaban saltarme la cola para comprar gasóleo, por respeto, porque soy mujer.
Solicité mi certificado de estudios de secundaria al mismo tiempo que el de mi hijo, 28 años después de haber terminado la escuela. Yo obtuve el mío, pero él no… Él tuvo que solicitarlo de nuevo al año siguiente. Cuando tuve mi certificado de estudios pude acceder a un trabajo como asistente del director de un colegio.
Fue difícil criar a un niño sin un padre, pero me fue bien y estoy orgullosa de haber educado a un buen hijo. El momento más feliz para mí fue cuando mi hijo tuvo a su propio niño. Como hijo único, él estuvo solo. Espero que mi nieto tenga un hermano o una hermana.
Heba El Hayek, 21 años. Estudia inglés. Creó el primer club de debate de la Franja de Gaza.
Nadera Abu Oweimer, 35 años. Casada, con cinco hijos. A los 28 años, estando embarazada, le diagnosticaron cáncer de mama.
Esperé hasta tener a mi bebé y comencé el tratamiento en seguida. Un año después de finalizar el tratamiento contra el cáncer, fui a Jordania para hacerme exámenes y, gracias a Dios, todo estaba bien. Tras mi recuperación comencé mis estudios universitarios, y me gradué en 2013. Estaba orgullosa de mi decisión de seguir estudiando, pese a que muchas personas en mi entorno me decían que no lo hiciera. No les presté atención y ahora tengo mi título. Esto cambió mi personalidad, porque me dio la confianza necesaria para tomar mis propias decisiones, para mi familia y para mí misma.
Fatma Abu Mosa, 26 años. Casada, acaba de tener a su primer hijo. Enfermera en el Hospital Europeo de Gaza, en Jan Yunis.
Nahed Abu Shbak, 43 años. Casada, con cuatro hijos. Lleva dos años y medio trabajando para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) como responsable de agricultura en el terreno.
Trabajo con agricultores desde hace 17 años. Mi momento de mayor orgullo llegó cuando distribuimos semillas de trigo tras la guerra de 2014 y alentamos a los granjeros en la parte oriental de la Franja de Gaza a que plantaran las semillas y cultivasen sus terrenos. Cuando, más adelante, los visitamos y vimos con nuestros propios ojos los campos verdes y la felicidad en los rostros de los agricultores, me olvidé de todas las presiones y de las largas jornadas de trabajo.
Mi mayor preocupación es la falta de protección y de seguridad. Aquí en Gaza no se puede hablar de un plan a cinco años, por ejemplo. Si le pregunto a un granjero cuáles son sus planes, me responde "¡Ni siquiera puedo hacer planes para mañana!"
Basma Elnajjar, 44 años. Agricultora, casada, con seis hijos.
Las tierras de mi esposo fueron destruidas en 2008; sus pérdidas económicas ascendieron a decenas de miles de dólares. Por ello, en vez de contratar trabajadores para ayudar en la cosecha, nosotros mismos, la familia, nos ocupamos de cosechar. De este modo ahorramos mucho dinero, aunque fue tremendamente duro. Me encanta la pastelería, así que comencé a usar nuestros cultivos, como la espinaca y el trigo, para preparar pasteles y venderlos. Resultó un éxito, y ahora recibo pedidos para grandes eventos. Estoy orgullosa de cómo me felicitan por mis productos.
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