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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Vida urbana contra los desahucios en Boston

Protesta anti-desahucios de City Life en Boston

Boston fue una ciudad americana que conoció sus primeros pasos como ejemplo de convivencia con el entorno natural. Allí apareció, a mediados del XIX, el Park Movement, un movimiento pionero en pro de los parques urbanos. Aquella ciudad fue espacio propicio para el cultivo de la inteligencia humana, capaz de ver nacer y crecer lo mejor del pensamiento radical estadounidense —Thoureau, Emerson, Fuller, Walt Whitman...— y en su entorno surgieron, no por casualidad, dos de los mejores centros universitarios del mundo: la MIT y Harvard.

Muy lejos de esa ejemplaridad, hoy, Boston es una de las ciudades norteamericanas en la que la desigualdad social es más intensa y un escenario en que la brutalidad especulativa está haciendo sus peores estragos. Allí se conoció uno de los ejemplos más atroces de violencia urbanística de la historia: la demolición al completo, en los años 50, de todo un barrio, West End, en buena medida debido al primer arquitecto profesional norteamericano, Charles Bulfinch. En los barrios latinos o negros —Roxbury, Dorchester, East Boston, Jamaica Plain, East End­— hay una miseria que nos cuesta imaginar en la primera potencia mundial. Allí abundan los desahucios, puesto que algunos de sus sectores han acabado siendo codiciados por la especulación inmobiliaria.

En uno de esos barrios —Jamaica Plain­—, habitado sobre todo por familias negras de origen africano y caribeño, está la sede de City Life, una organización que lucha contra la depredación capitalista de los barrios populares de la capital de Massachussets. Su página web pone al corriente de sus iniciativas y de algo en lo que merece la pena detenerse: la manera como los combates sociales en favor del derecho a la vivienda son casi universales, porque bien universales son los ataques que recibe, pero que esa luchas, hoy ya planetarias, adoptan distintos estilos de actuación pública que son adaptaciones de repertorios culturales disponibles.

Así, por ejemplo, los escraches o protestas sonoras ante domicilios o sedes empresariales que son el estilo de acción predilecto por el movimiento contra los abusos hipotecarios en España, son readaptaciones de una secular tradición de formas de censura popular en Europa, como eran las cencerradas, charivaris, rough music... De manera parecida, si se atienden crónicas de la actividad de City Life como la provista por Stefano Portelli, que ha seguido de cerca ese paso, registrado por doquier, que lleva a los afectados a convertirse en activistas de su propia causa. Lo que certifica Portelli en su informe es cómo la cultura de la contestación contra la violencia inmobiliaria en Boston emplea tecnologías expresivas directamente tomadas de la tradición religiosa, pero también de corrientes artísticas contemporáneas.

De este modo, una protesta contra un desahucio puede vestirse de procesión católica. Las intervenciones en las asambleas del grupo se realizan a la manera de los cultos evangélicos negros, con el witness, el constante puntuado de "oh yeah!" de los asistentes. La bienvenida a un nuevo afectado que es presentado en una reunión puede incluir ceremonias que mezclan el teatro del oprimido y la parodia de un rito iniciático medieval. El recurso a la perfomance es constante en cada encuentro o acción del grupo, poniendo de manifiesto cómo en la actualidad todo activismo es ya, de algún modo, artivismo.

Creación artística, fiesta, ceremonia religiosa, rito..., maneras de hacer que ponen de manifiesto, también en Boston, que no se puede protestar de cualquier manera. En efecto, cada grupo social, cada comunidad humana con motivos para intervenir en la realidad en defensa de derechos vulnerados o necesidades no atendidas, emplea su propio modo de resistencia. En sus estilos de actuación moviliza una gama de formas que siempre, mucho o poco, recicla singularidades culturales en que cada sector movilizado resume su propia biografía compartida, eso que dan en llamar su identidad. En eso consiste lo que damos en llamar cultura los antropólogos: la forma que adoptan las relaciones sociales, también cuando son relaciones de lucha.

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