_
_
_
_
LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Jóvenes y millonarios

Justin Bieber y Neymar son una imagen histórica de su generación y están unidos por el entretenimiento y la falta de respeto al tinte rubio para el pelo

El cantante Justin Bieber (derecha) y el futbolista Neymar (centro). 
El cantante Justin Bieber (derecha) y el futbolista Neymar (centro). Instagram
Boris Izaguirre

En Miami es temporada de tormentas, comienza el 1 de junio y termina el 30 de noviembre. Eso es lo que dura el verano hoy en día. El fin de semana pasado, mientras tomaba un sol perfecto en el club de playa, observaba a los americanos de verdad leyendo The New York Times, con la foto en su primera página de los tesoros del Louvre trasladados de urgencia a plantas altas del museo para no ser destruidos por la crecida del Sena. Fue una imagen amenazadora. Esas estatuas de culturas que se han convertido en naciones conflictivas o supervisadas por los bancos acreedores, reunidas en un hermoso desorden ante la terrible posibilidad de que el agua del río les hiciera daño. Recordé que mi madre contaba cómo me llevó de la mano al Louvre cuando tenía 11 años y yo me planté fascinado ante la Victoria de Samotracia sin tiempo para ver La Gioconda. Vicky y Gio, dos tipos de mujer, una sin cabeza pero con cuerpazo y alas y la otra con cabeza pero sin cuerpo. La diosa alada y la mujer sentada. La que actúa y la que piensa. Ambas habitan en nosotros y también en ese museo amenazado ahora por cosas como la religión y el cambio climático.

Es cierto que en la vida te obligan a que seas una cosa u otra. La Victoria de Samotracia o La Gioconda. De Podemos o de Ciudadanos. La diferencia, eso que tanto he defendido toda mi vida, te ubica en un sitio extraño. Yo prefiero la Victoria de Samotracia porque la encuentro más gestual, todo movimiento. La Mona Lisa me parece que es más de ideologías, te hipnotiza y luego no te resuelve. En cambio, creer en una mujer alada al menos te da actitud. Me encantaría plantear estas cuestiones a Albert Rivera o a Pablo Iglesias en uno de esos platós de televisión donde parecen vivir.

Uno de los inconvenientes de que se repitan las elecciones es que también se repiten los debates y los sondeos. No es justo con el televidente, que los consumirá por la sencilla razón de que no hay otra oferta. Preferiría un diálogo televisado entre Justin Bieber y su nuevo mejor amigo, Neymar, el jugador estrella del Barça. Se han vuelto inseparables y ya son una imagen histórica de su generación: menores de 24 años, millonarios, unidos por el entretenimiento y la falta de respeto al tinte rubio para el pelo. Bieber, que es canadiense, tiene mejor relación con el balón que cualquier norteamericano. Y Neymar sabe bailar sin pensar los éxitos de su anfitrión en Los Ángeles. Canadá y Brasil, dos potencias americanas unidas por su dorada juventud.

Aunque mi cabello es más plateado que dorado, esta semana he salido en los medios casi tanto como un político, debido a mi anterior columna sobre la compra que le envié a mi padre a Venezuela. De pronto estaba hablando en todas partes sobre mi papá y mi país cuando mis amigos me advirtieron de que pensara muy bien lo que diría porque alguien ha colado a Venezuela en la campaña electoral y cualquier cosa fuera de tono podría fastidiar el bendito envío que viaja en este momento por vía marítima. “¿Cómo puedes estar seguro de que a tu papá le llegue el encargo si al país no llega casi nada? ¡Aunque se sigan celebrando grandes bodas, eso sí!”. Aparentemente, estas agencias tienen un “contacto” en los puertos venezolanos que facilita la entrega a los necesitados familiares. Todo este sistema me asombra tanto como la economía sumergida que genera. “Sí, pero déjate de rechistar porque lo importante es que el atún, el aceite y las medicinas le lleguen a tu padre a fin de mes”.

Cuando mi marido, que es mi alimento y mi medicina, está de visita en Miami y escucha la radio española, me enternece. Los españoles tenemos una relación atávica con la radio, lo sé porque he hecho mucha radio en España. Y escuchándola nos enteramos de que Manuela Carmena quiere garantizar que los organizadores del desfile del orgullo gay no tengan que pagar multas por exceso de ruido. Lo ha equiparado a las Fallas de Valencia, que son ruidosísimas y muy amparadas por el Ayuntamiento y la Virgen. Tengo amistades en Miami que compran el billete a Madrid el día siguiente de despertarse resacosos del Orgullo.

Y se pasan el año elaborando, mental y artesanalmente, el vestuario que emplearán. “Y también calculamos el decibelio, mi amor”, me informó uno de ellos. “Hablamos en susurros, como giocondas, pero con gestualidad de victorias de Samotracia y también con gritos de concierto de Justin Bieber. Lo practicamos todo porque Madrid es nuestra Meca. ¡Que lo oiga todo el mundo!”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_